Casualidades de la vida, dos de mis maestros en el colegio, Juan Ibáñez y Antonio Alba, que me dieron clase en el mismo curso, necesitaron años después un trasplante. Ellos me transmitieron saberes y yo, a través del periodismo, he tratado, al igual que otros medios de comunicación, hospitales y pacientes, de concienciar a la población de la necesidad de donar órganos. Gracias a la difusión de este noble gesto, muchos enfermos vuelven a la vida, entre ellos mis profesores.