Volcados en Córdoba y centrados en José Bretón. Así han aparecido en los medios de comunicación los trabajos policiales por la desaparición de Ruth y José. En gran medida, desde luego, por las propias dudas de los investigadores sobre la versión del padre, pero también y mucho porque las pesquisas en su entorno cordobés se han podido seguir casi en vivo y en directo. Así, desde las primeras inspecciones en la finca de los abuelos paternos en Las Quemadas Altas al posterior registro en el domicilio de La Viñuela, pasando por la propia detención de Bretón ante los "indicios racionales de criminalidad", los consiguientes rastreos con georradar de nuevo en la finca y, al final, la increíble reconstrucción a puertas abiertas que acabó con el padre en la cárcel por decisión judicial. Pero, ¿y los niños? Esa es hoy la principal preocupación. Con el padre en la cárcel en espera de que se concrete su responsabilidad más allá de los indicios y después de no haber obtenido de su parte ni de la de las pesquisas realizadas en Córdoba ninguna pista sobre el paradero de los pequeños, la Policía mantiene, como insiste, varias líneas de investigación abiertas. Y una de ellas es la línea onubense, que ni mucho menos ha dejado de lado la actividad indagatoria en el entorno de la familia materna.

Las gestiones de la Policía en Huelva para dar con los niños no se han echado en saco roto. Tras unas primeras pesquisas, el nuevo y reforzado equipo de investigadores habría desplazado a parte de su miembros a tierras onubenses para indagar en el entorno familiar, así como de la escuela de la niña y la guardería del niño. La investigación, a veces con medios muy discretos, alcanzaría también a amigos de ambos padres, y ni muchos menos habría decrecido con la detención de Bretón. Lo que prima es obtener cualquier información sobre los pequeños.

Discurso inalterable

Mientras, la portavoz de la familia materna, Esther Chaves, en ausencia de la madre --no se le ha vuelto a ver desde su primera estancia en Córdoba--, repite como una letanía sus declaraciones, moviéndose siempre en los mismos y medidos parámetros. Esperanza en que los niños están vivos y retenidos por alguien; confianza en la actuación policial y evitar señalar al padre, para quien piden respeto, hasta el punto de que, quizás incomprensiblemente, no se han personado en el proceso judicial. Pero, ¿por qué insiste la familia materna en barajar la misma hipótesis sin una mueca de desánimo, sin muestras de nerviosismo, sin recorrer despachos policiales y judiciales pidiendo respuestas con la lógica angustia que se les supone? Chaves asegura que no quieren interferir, que tienen confianza ciega en la Policía y que tratan de aferrarse a la hipótesis más positiva de entre las posibles: los niños viven. Pero con este argumento no han evitado, sin embargo, que los medios de comunicación les pregunten abiertamente si a través de la Policía o por otro medio tienen noticias de que estén vivos. La portavoz asegura que nada saben en este sentido mientras reitera los llamamientos a que quien los tenga sea generoso y los deje en algún lugar seguro. La Policía sigue investigando. También en Huelva.