Anárquico, pasional e imprevisible, Manuel Moreno Maya El Pele no deja a nadie indiferente ni cuando canta ni cuando habla, aunque es en el escenario donde da lo mejor de sí mismo porque el cante es su vida igual que Córdoba es la tierra que más quiere. Acaba de llegar de Roma, donde la Bienal de Flamenco le ha dedicado un día, y muy pronto viajará a Colombia, primer país de una pequeña gira en la que mostrará junto a Dorantes un nuevo e innovador espectáculo en el que la guitarra flamenca se sustituye por el piano. La innovación dentro de la pureza es la seña de identidad de este cantaor, que acaba de ser nombrado, junto a su amigo Vicente Amigo, embajador del vino de Montilla Moriles.

--¿Puede haber mejor mezcla que el vino y el flamenco?

--No existe en el mundo una mejor mezcla que esa. Un solera significa una seguiriya. Un vino joven es como un cante por bulerías y un amontillado, un cante por solea. La mezcla perfecta es un buen vino con un buen cante. Vicente y yo estamos muy contentos y orgullosos de que nos hagan embajadores del vino de Montilla. Es un gran honor.

--No le falta el trabajo, parece que está salvando de la crisis.

--La crisis es para todo el mundo. Esto es una cadena, pero es cierto que no me puedo quejar, hay muchos grandes artistas que, por ejemplo, este verano no están haciendo nada. La crisis se nota, sobre todo, porque lo que sí ha desaparecido es la iniciativa privada, es un riesgo y cada vez hay menos. Han desaparecido 150 festivales de Andalucía.

--¿Qué opina de las protestas de los flamencos contra la Junta y su reparto de subvenciones?

--Yo soy apolítico, para mí la política es mi familia, el potaje con arroz y habichuelas. Pero, con mis máximos respetos, Griñán no tiene razón. Si hay cuatro pesetas, se tienen que repartir entre todos: jóvenes, maduros y mayores. Todos tenemos derecho a trabajar. Otra cosa que tiene la Junta es que si te da algo alguna vez, cuando sus amistades están cubiertas, tienes que esperar cuatro o cinco meses para cobrar. Le diría a Griñán y a los responsables de la Agencia Andaluza del Flamenco que los que sabemos de esto somos los que lo estamos sufriendo. Es cierto, como dice Griñan, que el flamenco no está como antes, pero no han sido los políticos los que lo han elevado a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, sino nosotros, porque nos lo hemos merecido y, desgraciadamente, los viejos no han podido vivirlo.

--Este año hemos tenido una buena noticia, el flamenco fue finalmente reconocido por la Unesco; y una mala, la muerte de Morente. ¿Cómo le han afectado?

--La muerte de Morente ha sido una gran pérdida para el mundo del flamenco. Aportó mucho, fue el que más apostó, era una fuente inagotable de hacer música. Creo que aún no somos conscientes de esa perdida. Respeto a la buena noticia, yo creo que la humanidad es patrimonio del flamenco.

--¿Qué piensa de la innovación frente al purismo?

--Estoy de acuerdo en que al flamenco se le eche de vez en cuando un poco de agua fresca. Yo me considero innovador, pero puro. Jamás en la vida he hecho una mezcla mala, he jugado con la música, pero canto puro. Se pueden hacer muchas cosas con un tipo de cante, pero no estoy de acuerdo con la fusión, las fusiones son confusiones.

--¿La vida de un artista flamenco es diferente a la del resto de los mortales?

--La vida de un flamenco es muy especial, somos muy especiales, y dentro de los flamencos también existen lo que yo llamo los albañiles, con todos mis respetos a ese gremio, pero para mí son aquellos que se estudian los cinco palos del flamenco y están haciendo treinta o cuarenta años lo mismo. Eso no me gusta, el flamenco es destrozarte el alma, desgarrarte el corazón en el escenario, improvisar sobre la marcha, tener fatiga. Es pasión y también alegría. A mí me ha dado mucha felicidad. Yo soy un gran amante del flamenco, de las costumbres y de Córdoba.

--¿Se sintió muy decepcionado cuando no alcanzamos el reto del 2016, usted, que lo defendió tanto?

--Yo soy tan cordobés que las veces que me necesitó Cordoba, he estado y he hecho lo que he podido. No nos lo han dado y ellos lo llevarán sobre su conciencia. Creo que no existe ninguna tierra en el mundo que lo merezca más que Córdoba.

--¿Se considera profeta en su tierra?

--Hubo un día que pensé que sí, me decía: "Qué suerte tienes". Pero nadie es profeta en su tierra. Yo adoro a Córdoba, lo doy todo por ella. Llevo cerca de 40 años representando a esta ciudad, pero creo que Córdoba no me ha dado lo que merezco. Como hace poco te decía Blanca del Rey, Córdoba es insólita en esto de no reconocer a sus talentos. Adoro a Blanca y sé lo que ha hecho por Córdoba. Hace siete años propuse al Ayuntamiento crear una academia para enseñar a los niños cordobeses a diferenciar un cante por soleá, a educarles la voz, a manejar la garganta, cómo tienen que respirar, y todavía estoy esperando que me den una respuesta. Eso es doloroso porque todo lo que he aprendido me gustaría enseñárselo a la juventud de Córdoba a cambio de nada, solo pido una sala del Centro Fosforito para llevar a cabo la idea. La solicitud se le hizo a Rosa Aguilar, después a Ocaña y ahora espero poder hablar con Nieto.

--Ha conocido a grandes figuras de la música e, incluso, se ha subido al escenario con Prince y con David Bowie. Toda una experiencia, supongo.

--Sí, con Prince hice una gira de cuatro conciertos y reunimos a más de 70.000 personas en el Palau de la Música.

--También se ha codeado con Carlos Santana o Tina Turner.

--Con Tina Turner tengo una anécdota que aún me pone los pelos de punta. Después de una actuación en Londres con Paco Peña, ella nos invitó a su casa. De repente, escucho a un negro tirado en la piscina tocando un saxo, abrí una ventana y empecé a cantarle al saxo por seguiriya e, inmediatamente, Tina empezó a seguirme. Fue una vivencia increíble.

--Debe tener un album de recuerdos impresionante.

--Sí. Hay una editorial que quiere hacer un libro sobre mí y ya tiene hasta el título, Servilletas , porque yo todo lo apunto en servilletas de los bares, tengo montones con letras, recuerdos, anécdotas....

--¿Y qué me cuenta de Camarón?

--Vivimos muchas cosas juntos. Fue mi compadre, bautizó a mi hija. Lo penúltimo que viví con Camarón fue recogerlo del escenario una de las dos veces que se cayó; la otra la vivió Manuela Carrasco. Una vez, en el Teatro Arriaga de Bilbao, actuábamos Camarón y Tomatito, Vicente Amigo y yo. No nos conocía nadie entonces, y me dijo Camarón mirando el cartel: "¿No ves cara bomba?, parecemos boxeadores". El teatro estaba lleno de flamencos, gitanos mayores con sus garrotas, y Camarón se pone enfermo. Tuve que salir yo solo al escenario a la espera de que él llegase del hospital, y yo le decía a Vicente: "Hoy nos ma

tan". Al cabo de una hora llegó, pero no quería cantar. Tuvimos que hacer malabares, pero al final fue un gran éxito. Hemos pasado grandes ratos juntos con gente como Quincy Jones y Michael Jackson. Camarón no hablaba mucho, tenía algo muy especial, pero sobre todo era una excelente persona.

--Y de Vicente Amigo, ¿qué me dice?

--A Vicente lo cogí con doce años y ya no lo solté. Hemos compartido una vida de música y cante por esos mundos de Dios. Es un excelente amigo y como músico sí ha marcado un antes y un despúes en el flamenco. Es casi un genio, porque para mí el único genio que existe es el de la lámpara.

--Siempre se ha hecho acompañar de grandes guitarristas. ¿Por qué es tan necesario ese maridaje perfecto entre tocaor y cantaor?

--Yo soy un cantaor muy anárquico, improviso constantemente. No hago siempre lo mismo, por lo que necesito a una persona detrás que me coja al vuelo. Es el caso de Vicente Amigo, Manuel Siveria, Antonio de Patrocinio Hijo, Niño Pura o Niño Seve. Un buen guitarrista de acompañamiento no tiene nada que ver con un solista, son dos mundos distintos, aunque hay casos excepcionales como los de Vicente Amigo y Paco de Lucía. Y desde aquí quiero acordarme de Moraíto Chico, que nos dejó hace unos días, a quien Dios habrá puesto en su sitio.

--¿Qué le parecen los cambios que se han llevado a cabo en el Concurso de Arte Flamenco de Córdoba?

--No me gustan. Tampoco me gusta que hayan dejado sin dietas a los artistas o que una bailaora tenga que pagar a un palmero y a un cantaor ni que se hayan perdido algunos premios con mucha solera.

--¿Cree que este concurso impulsa por sí solo la consagración de un artista?

--Ayuda, aunque hay algunos artistas cordobeses que han obtenido premios del concurso y ahí los tienen colgados. Un premio ayuda cuando no dejas de estudiar y hacer cosas. El mejor concurso y el mejor jurado es el tiempo, que es quien pone a cada uno en su sitio.

--¿Cómo cuida su voz?

--No la cuido. De eso se encarga Jesucristo.

--¿Son los flamencos muy religiosos?

--La mayoría, sí. El pueblo gitano es muy creyente.

--¿Quién le puso el apodo?

--Estábamos en una reunión en Bodegas Campos Paco Campos, El Cordobés y yo y acabamos en una fiesta en Villalobillos. Yo, que tenía doce o trece añillos, noté que la cocinera quería quitarme de en medio, y entonces El Cordobés dijo: "No, déjalo, si este es un pele". Y me desde entonces me quedé con ese mote, con el quería decir traviesillo, avispado.

--Tengo entendido que sus ratos libres los dedica a estudiar el flamenco.

--Desde que tengo uso de razón. Las cosas buenas no deberían cambiar nunca, más tarde o más temprano el que estudia, el que trabaja, el que hace una cosa bien hecha, acaba viendo el fruto. Si yo me siento delante de un ordenador y me tiro tres o cuatro horas estudiando 200 ó 300 tipos de soleá, las meto en un saco y las muevo, siempre sale algo. Muchas veces mis compañeros me dicen: "Maestro, si tú ya no tienes que estudiar", pero yo no puedo vivir sin hacerlo. Además, ahora con internet es una maravilla.

--¿Qué le queda a El Pele por hacer?

--Tenemos Pele para rato. Yo me subo al escenario y no sé lo que voy a hacer, me tiro quince días ensayando un espectáculo y a la hora del estreno lo hago totalmente distinto. Y eso es el artista para mí, la anarquía, la improvisación.

--Hábleme de su siguiente trabajo.

--Tengo un maravilloso proyecto con Dorantes, un excelente compañero y artista, y un elenco con un contrabajo, percusión y arpa. No hay guitarra flamenca, la guitarra es el mismo piano, y llevamos desde Alfonsina y el mar hasta un cante por seguiriyas. Con este espectáculo haremos una pequeña gira por varios países que empezamos en Colombia.