--Usted ha trabajado en otros centros penitenciarios. ¿Qué distingue al de Córdoba?

--Del 2002 al 2004 estuve en Palma de Mallorca como psicóloga y la diferencia entre un centro y otro es sobre todo el carácter. Echaba en falta el carácter abierto, que allí era muy cerrado. Córdoba me impresionó porque me dio sensación de calidez humana. Aparte, como característica hay que destacar la profesionalidad de la plantilla y luego está también el ambiente de trabajo. Los que se van de aquí lo refieren; es el estilo de este centro y los directores anteriores han dejado su impronta humana.

--Y en el ámbito de los programas de reinserción, ¿cómo anda este centro?

--Hay que dar cumplimiento al artículo 25.2 de la Constitución Española. Me siento orgullosa y después de seis años como subdirectora de Tratamiento, Córdoba es uno de los centros que más se ha preocupado por este aspecto. Las prisiones ya no son centros de confinamiento, sino que son educativos, y el fin de todos los que trabajamos aquí es velar por esa reinserción.

--¿Qué programas tienen?

--Movemos muchísimas actividades encaminadas a la reinserción y algunas son específicas, pero damos cobertura a todos los perfiles. Nos ocupamos de cubrir los déficits y entre los más importantes están los de agresiones sexuales y violencia de género, aunque en este último la intervención es relativamente nueva. Somos de los primeros centros en aplicar ese tratamiento, trabajamos con maltratadores y esa es una función muy importante para la sociedad. Al principio hubo reticencias de entidades que trabajaban desde otro punto de vista.

--¿Quiénes participan?

--Aquí hay un trabajo muy importante de los técnicos y funcionarios de vigilancia y ahora mismo hay tres grupos de terapia y vamos a ampliar a otro más. No damos abasto y requiere una mayor intervención porque el periodo de tratamiento es de año y medio y muchos de los perfiles son de condenas cortas, por lo que hay que adaptar esta intervención. Hay otros programas destinados a jóvenes, a extranjeros, al régimen cerrado, con los internos más peligrosos, a enfermos mentales y los de drogodependencias. Los hay desde prevención hasta reincorporación social.

--¿Sigue siendo la droga el gran problema?

--Hay una población muy grande con delitos asociados a la droga. Tenemos políticas de seguridad muy estrictas y se hacen muchos controles. Hay mucha gente trabajando para que dejen de consumir y una comunidad terapéutica, con un trabajo muy importante a través de Proyecto Hombre.

--¿Cuántas asociaciones colaboran con la prisión?

--Alrededor de unas veinte; esta es una de las prisiones con mayor intervención social. Y es que la sociedad cordobesa se caracteriza por aportar iniciativas sociales al centro.

--Hay un nuevo tipo de delitos relacionados con el tráfico. ¿Qué tratamiento reciben los condenados por estas infracciones penales?

--Cuando se reformó el Código Penal en materia de seguridad vial entró mucha gente en prisión por delitos que nunca antes habíamos tenido aquí dentro. Instituciones Penitenciarias ha ido potenciando programas específicos y cada centro ha hecho campañas de sensibilización. Hay programas de intervención, algunos dirigidos a las personas que no tienen carnet. Desde hace tiempo bastantes internos se han sacado en carnet en colaboración con varias autoescuelas. Una cosa que ha reducido la entrada en prisión han sido las medidas alternativas para delitos de entidad menor. El programa Taseval es específico para seguridad vial, aunque muchas veces estos delitos van asociados a factores de riesgo, como el alcoholismo, lo que obliga a una doble intervención. Esto mismo pasa en la violencia de género, donde ese factor se da en un porcentaje muy alto. De cualquier forma, hay gente que bebe y no es violenta y hay otra que es violenta por naturaleza.

--¿Qué porcentaje de internos están inscritos en programas?

--Entre específicos y generales, el 60-70% está en programas. Hay que tener en cuenta que tenemos hasta programas de formación profesional ocupacional y de estudios universitarios. Algo que tenemos muy claro es que cuando alguien entra en prisión, el equipo de tratamiento evalúa las necesidades y se les exige un objetivo a cumplir. Ellos saben que esos objetivos, poco a poco, es la manera de conseguir otras cosas, beneficios, reducciones... Los tratamientos son voluntarios, menos para las penas alternativas.

--¿Hay datos sobre reinserción?

--Es complicado hablar de porcentajes. Está demostrado que las personas que se someten a tratamiento reducen la posibilidad de reincidir. Hay personas que vuelven a delinquir, pero suele ser ya menor la entidad del delito. No tenemos datos sobre violencia de género, no hay porcentaje porque se trata de programas muy jóvenes.

--Este centro tiene una mención por la implantación del módulo de respeto. ¿En qué consiste?

--Ha modificado bastante el clima en la prisión y son módulos en los que se reeduca hacia la resolución pacífica de conflictos. Ellos mismos tienen una mayor gestión en su vida diaria, en la organización de sus actividades y se convierten en formadores de otros internos. Son módulos en los que disminuyen los problemas y las actividades son obligatorias.

--Cuando hay incidentes, como el del sábado, que acabó con varios funcionarios heridos, los sindicatos apuntan hacia la masificación. ¿Qué opina?

--Entiendo lo que dicen, y con menos internos se trabajaría con mayor calidad; todos notamos la necesidad de contar con más medios. Estos incidentes se limitan a personas concretas localizadas en determinados módulos y muy puntuales; son perfiles peligrosos y violentos. De hecho, este recluso había estado antes en primer grado. Tenemos siete módulos de respeto y luego otros módulos muy complicados y muy complejos. Estoy muy orgullosa del trabajo de los funcionarios porque ponen todos los medios posibles para resolver conflictos de manera pacífica. Está muy poco reconocido el trabajo que hacen y el hecho de que los incidentes sean puntuales se debe a su profesionalidad.

--En los planes de Instituciones Penitenciarias, ¿entra la ampliación?

--No. Se está intentando abrir otros centros penitenciarios y de inserción social. En ese medio abierto hay muchísimos internos con los que se trabaja y ha permitido que esa masificación se estabilice en el número. También se facilitan penas alternativas y medios telemáticos.

--El colectivo de extranjeros no es tan numeroso como en otras cárceles y necesita un trato diferenciado. ¿Qué ofrecen a esta población?

--A nivel de estudios tenemos un curso de español para extranjeros y luego hay un programa de interculturalidad y de intregración en el que se enseñan valores de respeto. A veces es difícil convivir con ideologías y costumbres diferentes.

--Se dice que unos de los presos más complicados son los agresores sexuales. ¿Son recuperables?

--Los hay. Hay perfiles muy diferentes y los hay recuperables porque son de delitos asociados a patologías concretas. Además, para muchos es su primer delito. Lo que pasa con las agresiones sexuales es la alarma social tremenda que generan, igual que con la violencia de género.