Algunos se han quedado a menos de 9 meses de la prejubilación, con 52 años y un complicado futuro laboral. Otros han sufrido el despido junto a varios hermanos o no se ha tenido en cuenta que eran matrimonio para verse afectados, ambos, por el expediente de regulación de empleo. Tampoco han faltado directivos con varias décadas en la empresa o jóvenes universitarios, sobradamente preparados.

El espectro es demasiado amplio para hacer una radiografía de los despedidos en Cajasur. Los afectados por las bajas incentivadas firmaron ayer su desvinculación en el centro de formación Santo Angel. Alguno no tenía problemas en identificarse, la mayoría optaba por el anonimato.

Ignacio Cabrera llevaba 27 años en Cajasur, de los que 20 estuvo en oficina, 10 como director y los últimos en servicios generales. Cabrera, que tiene 52 años, se ha quedado a nueve meses de poder acogerse a las prejubilaciones. "No me lo esperaba. Esto ha sido una traición silenciosa. Me llamaron a una sala de reuniones y me dijeron: ´Te han despedido´. No sé lo que haré ahora", afirmó.

Entre los responsables de la situación no duda en dirigir sus críticas hacia la Iglesia y los antiguos gestores: "Hubo dos directores generales que analizaron las circunstancias y dijeron que había que tocar los órganos de gobierno. A ambos los echaron".

"No me lo esperaba"

El caso de X (no quiso facilitar su nombre) es el de una empleada que ha estado en la empresa desde principios de los ochenta y que, por cinco meses, no se ha podido acoger a la prejubilación. "No creía que me tocaría. Dime dónde voy con 52 años y tras 28 en la empresa al entrar por oposición", indicaba. "Podían haberlo hecho mejor. Ha habido mucha arbitrariedad y muchos casos en los que han primado temas personales", añadió.

Tampoco quiso identificarse una joven que llevaba en la antigua caja de ahorros siete años y es titulada universitaria. "Me dijeron que no cumplía ninguno de los criterios que se manejaban para el despido, aunque me ha tocado", señaló. "Yo no entré en ningún politiqueo, me dedicaba solo a trabajar", manifestó.

Uno de los que se presentaron a firmar el despido se ha visto afectado por las desvinculaciones junto a otros dos hermanos, aunque no quiso hacer valoraciones. Algunos se acordaron de las condiciones de Unicaja. "Aquello era un caramelo, respecto a lo que nos ha sucedido ahora", decían. Muchos se acordaron de los sacrificios que tuvieron que hacer por la empresa y las muchas tardes que dedicaron sin ser reconocidas.