--¿Se ha valorado en Córdoba la iglesia de la Merced?

--No. Se ha dicho que era uno de los diez edificios barrocos más importantes de España. Que pudiera hacer el proyecto y el dibujo del retablo, basado en el original, fue gracias a ayuda de expertos como la historiadora del Arte María Angeles Raya.

--Se jubiló en 1998 y aún sigue restaurándose la Merced.

--Desde entonces hasta ahora están dando vueltas y no se acaba. Dejé cientos de piezas talladas para que se acoplasen, pero no lo acaban. Cuando me jubilé le mandé a todos los grupos políticos una carta diciendo cómo se debía terminar la restauración y ninguno contestó ni una mala palabra. Incluso dije que altruistamente los dirigiría para que la Diputación viera que los alumnos podían hacerse maestros. Alumnos míos están haciendo imaginería, andas, pero hubiera sido mucho más bonito que la Diputación hubiera puesto un poquito de amor y haberle dado a los alumnos el acabado del trabajo. Cuando hice el dibujo del retablo, lo vio Ginés Liébana y dijo que esta obra se podía comparar en técnica y precisión a la de los grandes artistas italianos. Liébana me decía: "No lo hagas de madera, que retablos de madera hay muchos". Pero yo le replicaba que en base a la documentación podíamos hacer una escuela de tallistas y de restauradores.

--¿Ha sentido el reconocimiento de su ciudad?

--En Córdoba somos muy olvidadizos porque indiscutiblemente mi labor está hecha ahí. La Diputación ha sido mi casa, he estado ahí miles de horas, incluso ha habido horas que no he cobrado. He ido domingos a atender visitas. Tantas medallas como se dan al trabajo, si alguien la debía tener de esta institución he sido yo. La Diputación debería darme los máximos honores. He sido pionero en muchos aspectos. Me he encargado de organizar las mejores muestras que se han expuesto en la Diputación, tales como Un siglo de pintura cordobesa , con la que rompí los moldes, Fondos de la Diputación de Córdoba o Antonio del Castillo y su época .

--¿Será elegida Córdoba capital cultural europea?

--Como cordobés y amante de Córdoba, sería para mí tan noble que Córdoba obtuviese la Capitalidad Cultural. Pero veo tantas cosas que no son. Cuando estuve en la Diputación pertenecí a la comisión asesora de Artes de la institución provincial. Estábamos Juan Bernier, Miguel del Moral, Dionisio Ortiz Juárez, Diego Ruiz, Carmelo Casaño o Desiderio Vaquerizo. Me parece que se están haciendo cosas que son verdaderos disparates y puede venir la Unesco y pedirnos responsabilidades. Tendríamos que hacer un esfuerzo de hechos y no de palabras para que Córdoba sea lo que debe ser, poniendo cada uno de nuestra parte y que haya una responsabilidad, teniendo conciencia de lo que queremos.

--¿Siente nostalgia de la Córdoba de su juventud?

--He vivido una juventud que no la cambiaría. Echo de menos los paseos que daba. En invierno, el arroyo del Moro se desbordaba e inundaba mi barrio. Ahora los Olivos Borrachos sí es pomposo, pero en mi época... Recuerdo que visitaba todos los barrios y los cines de verano... No había un problema de nada. Existía la tranquilidad de que nadie te iba a agredir ni hacer nada.

--¿Qué opina de la restauración del Puente Romano y otras reformas hechas en la ciudad?

--No estoy de acuerdo con la reforma del Puente Romano ni con que la Corredera se policromara. Se lo dije al arquitecto responsable. Debía de ser de ladrillo visto, para que tuviera un tono acorde al siglo XVII, como la fachada de la Fuensanta que es de la misma época. Siempre he analizado e investigado todo cuando he hecho una restauración. Soy muy serio con el legado histórico. La restauración del Puente Romano tenía que haber respetado los materiales autóctonos de la época. Incluso la iluminación, que no puede ser chabacana. La filosofía de un restaurador es no hacerse notar, sino dejarlo conforme estaba. Si se pone una iluminación que no va acorde con la época, al menos debe realzar la arquitectura. ¡Aquella Casa de Cristal que hicieron en la Judería!

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