El pasado sábado tuvo lugar el tradicional Vía Crucis de las cofradías, o al menos, eso estaba previsto, ya que, más que el Vía Crucis de las cofradías fue el "pasacalles" de las cofradías. Y no lo digo por el Cristo de la Buena Muerte, bien lo sabe Dios, ni por la exquisita compostura de su hermandad, ni por el quinteto de música de capilla, sino por el simple hecho de ver desfilar cofradías invitadas a un acto donde su participación se limita a portar un estandarte y andar una detrás de otra como si de una pasarela se tratara. Una pasarela, a la que, dicho sea de paso, no está nadie convocado porque ¿quién estaba viendo el Vía Crucis?, calles desérticas, solo animándose al llegar a la Catedral donde con preguntas como "¿qué es ésto?" se acercaban grupos de turistas que fotografiaban el cortejo como si de algo exótico se tratara. Así que, con lo que le preocupan las audiencias a los cofrades, yo me pregunto: ¿para qué se realiza? No olvidemos que por razones de audiencia, es decir por poco público viendo las cofradías, se desmanteló por ejemplo la ´madrugá´. En fin, alguna solución tendrá, pero hay que ser realista y, por ahora, este Vía Crucis a lo Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como, tiene poco sentido, o al menos eso pienso al suponer que la finalidad del acto es el rezo conjunto de todas las cofradías. Por eso, no sé de qué sirve esa comitiva tan larga que por lógica le es imposible seguir el rezo de las estaciones. Si no existe esa comunión entre asistentes estaremos ante el Vía Crucis de la imagen que toque, y para eso ya tiene cada cofradía el suyo, y algunos muy selectos y bien preparados, así que, o se le da un giro o solo seguirá siendo lo que es, un pasacalles de estandartes deambulando por una ciudad más pendiente de don Carnal que de doña Cuaresma.