Los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia son "tristes" y "el crimen mayor que puede cometer un sacerdote". De esa forma se refería ayer el cardenal Julián Herranz a todos los casos en general y a los supuestamente ocurridos en el seno de la Cruz Blanca en particular. Herranz los considera un acto "vil", "por lo que supone en la vida de un sacerdote, la traición a su vocación" y "por el profundo dolor del mal que produce en esas almas que han sufrido los abusos, en sus familias y en las comunidades cristianas".

No obstante, dejó claro que estos casos "corresponden a una mínima parte de los sacerdotes del mundo", ni siquiera a un 1%. Además, lamentó que haya quienes "estén intentando, y lo están consiguiendo, enfangar la imagen del sacerdocio católico, infamar al otro 99% de sacerdotes fieles a su vocación, que con gran generosidad están trabajando en todo el mundo y ayudando a los necesitados". Así, censuró que se intente "enfangar la imagen de la Iglesia Católica", aunque reconoció "que tiene pecadores dentro". Por ello, afirmó que "terminaremos todos los días nuestro examen de conciencia con un mea culpa pidiéndole al Señor perdón por cosas que podríamos haber hecho mejor". Herranz concluyó diciendo que "es bueno que no se quiera enfangar la imagen del sacerdocio católico o la de la Iglesia, que es santa, con estos crímenes detestables de unas personas que han traicionado a Dios".