Cuando escribo estas líneas me pregunto si ustedes tendrán la santa paciencia de aguantarme hasta que cumpla 67 años. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha provocado en mí un proceso de reflexión interna nada saludable al decidir el Gobierno prolongar la edad de jubilación. Dos años más de trabajo no son muchos (aunque varía la cosa entre una generación como la nuestra, que empezó a cotizar a los 21 años y la generación actual, que entre el empleo sumergido y la carencia de trabajo se mete en los 30 años sin haber disfrutado de un contrato decente), pero desde un punto de vista personal y subjetivo convierte la jubilación en una meta casi inalcanzable. Como dice una compañera: "¡Con las ganas que tenía yo de ir a los viajes del Imserso!".

Con este ánimo depresivo resulta imposible solidarizarse con los cuatro concejales del PP que van a perder su sueldo en el Ayuntamiento, que provoca un ahorro a las arcas municipales que en modo alguno va a impedir que yo me jubile a los 67 años. Tampoco me es posible ser comprensivo con todo ese largo listado de asociaciones, entidades, agrupaciones, peñas y demás organizaciones que seguirán cobrando subvenciones y sueldos procedentes del erario público, y que tan difíciles son de reducir para unas instituciones que se han dedicado al café para todos en las últimas décadas. Qué tiempos aquellos en los que la gente se agrupaba y se asociaba por convicción, ponía dinero de su bolsillo y muy modestamente organizaba lo que tuviera que organizar. Ahora todos estos mecanismos sociales están financiados con su cuerpo administrativo pagado y una serie de derechos tan fenomenales que voy a tener que trabajar dos años más. Esto, por tanto, es un problema personal. Vamos, que me están tocando la moral.

Pues disculpen ustedes el abuso de la primera persona del singular, y pasemos a otras cuestiones. En el Ayuntamiento se debate estos días sobre el ahorro de costes y la austeridad. Parece que para IU y PSOE, amén de otros ajustes, la austeridad pasa por quitar cuatro sueldos de ediles del PP y por no cubrir unas plazas de coordinadores generales que hasta el momento estaban vacantes, luego el ahorro reside en no gastar más, que también es un buen procedimiento. El PP contraataca con la propuesta de José Antonio Nieto de reducir el gasto corriente y limitar drásticamente el elenco de cargos de confianza, que Andrés Ocaña asegura que es más reducido que en otros ayuntamientos gobernados por el PP. Total, que todo se reduce a un "y tú más".

Bueno, también reprocha el gobierno municipal a los populares un supuesto intento de privatizar servicios municipales, desmantelar el Ayuntamiento, según el portavoz de IU, Francisco Tejada, lo que, por supuesto, desmiente el jefe de la oposición, para el que los regidores locales están sumidos en el despilfarro y en la falta de eficacia.

Además de este original debate, la semana ha estado repleta de los fondos anticrisis y las obras a las que van destinados este año. El gobierno local sigue adelante con su intención de utilizar esta ayuda estatal para construir la grada sur del estadio de El Arcángel, pero el subdelegado del Gobierno, Jesús María Ruiz, sigue pidiendo una detallada justificación de este proyecto que haga posible su encaje en las citadas partidas. Más fácil lo ha tenido el alcalde de Montoro, Antonio Sánchez, que ha conseguido fondos para cerrar y equipar el campo de fútbol de su pueblo.

¿Creen ustedes que veré arreglado el Arcángel y construido el centro de congresos antes de que me jubile a los 67 años?