La lluvia y la crisis marcan este año el ambiente navideño en las calles de Córdoba, aunque estos pequeños inconvenientes no evitaron que, al menor atisbo de rayo de sol, ayer los cordobeses, paraguas en ristre, abandonaran su sofá y su mesa de camilla y salieran a darse un garbeo por el centro de la ciudad, un clásico punto de encuentro que ofrecía una imagen muy parecida a la de otros años, con la sola diferencia de que las manos de los ciudadanos lucían bastantes menos bolsas de compras que en otras ocasiones por estas fechas.

"Parece que este año los Reyes Magos van a venir un poco más pobres", comentaba ayer por la mañana una dependienta a otra en una tienda del centro ante la ausencia de clientes. "A lo mejor se está esperando a las rebajas, que no está el horno para bollos", le respondía la compañera. Afortunadamente, por la tarde se las veía más contentas y más atareadas, igual que a los responsables de la pista de hielo, que echaban la culpa al mal tiempo de la menor afluencia de patinadores este año. "La gente de los pueblos no se atreve a meterse en carretera con la que está cayendo. A ver si la semana que viene se anima esto un poco", decían.

Premios en los patios Otros que también han sufrido las consecuencias de las inclemencias del tiempo son los cinco patios de Córdoba abiertos en Navidad, que apenas han recibido visitantes hasta ahora. "¿Quién va a salir con este tiempo?", decía Rafael Barón, dueño del patio de la calle Pastora, 2, que anoche se mostraba un poco más contento en el recinto de Juan Tocino, 3 durante la entrega de premios del concurso gastronómico de dulces navideños organizado por la Diputación y la Asociación Claveles y Gitanillas. Allí no había anoche ni crisis ni problemas con el agua. Entre zambombas, panderetas y una exquisita repostería, Josefa González Sánchez, Gabriel Castillo Prieto, Isabel Desa Trigo, Chari Serrano Expósito y Julia Cordero Pino recogían sus premios, ganados gracias a suculencias como trufas al brandy, caprichos de la sierra (bolitas de masa con pasas y piñones), galletas de Navidad creando un portal de Belén, alfajores de almendra y secretos de san Juan (pestiños rellenos de crema y regados con miel). Demasiada dulzura como para que la amarguen unas gotas de agua, y menos con la alegría que contagió el coro Al Son del Sur, que antes ya había ofrecido su actuación en Pastora, 2.

Mientras tanto, el bulevar del Gran Capitán seguía con su trasiego al caer la tarde. Unos hacia las tiendas y otros muchos esperando turno en las instalaciones infantiles colocadas para la ocasión y que hicieron perder los nervios a más de un padre sufridor , cuyos hijos no paraban de pedir dar una y mil vueltas montados en caballos, en coches de bomberos o en carrozas de princesas. Está claro que los niños son los reyes de la fiesta y poco importa el frío, la lluvia o el bolsillo de papá. Y aunque la crisis seguirá con nosotros algún tiempo más, "en vez de tomarnos dos cañas, nos tomaremos una, pero yo no voy a dejar de bajar a mi bar a charlar un rato con la gente, y menos en Navidad. Estos días son para ser felices", decía un ciudadano en la barra de un bar, al que otro contestó: "Lo peor es no tener salud". El que no se consuela es porque no quiere.