Ni el fuerte viento, ni las lluvias intensas, ni el frío disuadieron a los cordobeses de comenzar la celebración de la Nochebuena desde el mediodía. Las ya clásicas citas en distintos puntos de la capital cordobesa volvieron a congregar a numerosas personas en todos los barrios: desde Ciudad Jardín, donde el Club de Pesca ofreció su tradicional sardinada pasada por agua; hasta el barrio de San Pedro, con el potaje gitano del bar La Palma, las sardinas de la Taberna Regina o las migas de la plaza Vizconde de Miranda. A falta de buen tiempo, los soportales de la plaza de la Corredera volvieron a congregar a muchos parroquianos con ganas de fiesta y los bares de barrio volvieron a sacar las barras a la calle para ambientar un día frío solo en lo meteorológico.

Las discotecas y los pubs del centro mantuvieron sus puertas abiertas desde primera hora de la tarde y volvieron a abrirlas después de las doce de la noche, cuando los más jóvenes terminaron de cenar y se echaron de nuevo a la calle. Con tanta fiesta no es de extrañar que más de uno llegara a la cena de Nochebuena algo más que contento y que, un año más, las ingentes cantidades de comida preparadas para la ocasión y que sobraron --todo el mundo jura y perjura que guisará menos la Navidad próxima-- sirvieran para almorzar el día de Navidad. Incluso en algunos casos, esas sobras sirvieron también de cena.