La confianza en los alimentos que se consumen es uno de los aspectos que más preocupa a la sociedad. El Instituto de Formación Agraria y Pesquera de Alameda del Obispo de Córdoba (Ifapa) cuenta con un equipo de investigación que emplea la espectroscopia de infrarrojo cercano (NIR) con el fin de lograr una mayor seguridad y calidad agroalimentaria.

Entre los objetivos que persiguen está el detectar si hay contaminación de los alimentos y garantizar la calidad de éstos en el momento mediante la aplicación de esta técnica espectroscópica (espectroscopía de infrarrojo cercano o NIR).

La espectroscopia NIR es una herramienta analítica que puede determinar múltiples parámetros físicos-químicos de un producto en breve periodo de tiempo. Esta técnica analiza la radiación transmitida y reflejada por un material al hacer incidir sobre él un haz de radiación electromagnética en el intervalo de longitud de onda del visible e infrarrojo, con ello se consigue información sobre las características de dicho material, ya que éste modifica las particularidades de la radiación incidente. Puede aplicarse a distintos productos como aceitunas, aceite, naranjas, vinos, verduras o piensos y es en la actualidad de gran utilidad en el sector farmacéutico.

De esta forma, el grupo del que forman parte José Manuel Moreno y Francisco Peña, entre otros, trabaja para detectar los restos de plaguicidas que permanecen en aceitunas, un producto muy importante en Córdoba. La intención es que las sustancias tóxicas no lleguen al aceite, aseguran los expertos. Se trata de que, antes de que entren en la fábrica o dentro de ésta y previamente a su procesado, se detecten los residuos tóxicos gracias a la tecnología NIR. A la vez, también determinan las principales propiedades de calidad de este producto.

Los científicos miden parámetros como la acidez y el rendimiento graso en aceituna intacta, componentes esenciales para conseguir un oro líquido de buena calidad. Este proyecto, que termina en el 2010, se realiza con la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias (Faeca) y posee una ayuda del Ministerio de Industria.

Los investigadores cordobeses también desarrollan envases óptimos para los alimentos. Así, a través de la colaboración con una empresa fresera de Huelva, con otros centros (Ifapa de Palma del Río, Ifapa de Hinojosa del Duque e Ifapa Almeria) y Aimplast, se intenta alargar el tiempo de vida de la fresa "con la intención de que su presencia en el mercado sea mayor".

Esta operación consiste en incorporar al plástico que las contiene una sustancia natural (no considerada como aditivo, sin número E) que prolongue su existencia en el mercado, con lo cual sería posible que llegase hasta mercados más lejanos. Se encapsulan los compuestos en el plástico y "estudiamos como afecta a la vida útil y a las propiedades nutritivas de la fresa". Se espera evitar la botrytis cinerea (podredumbre gris), hongo que afecta a la fruta.

Actualmente, en fase experimental, se intenta emplear otras sustancias como gelatina o quitosano, que se obtiene de los caparazones de los crustáceos, aunque esto puede provocar el rechazo del consumidor y no están autorizados en Europa para uso alimentario, aunque sí en países como Japón y Estados Unidos.