Bueno, menos mal que ya tenemos otra polémica, y urbanística, que es lo que más nos pone. Llevábamos, con esto de la crisis, unas semanitas sin nada que llevarnos a la boca, pero la primera inversión que se anuncia para la temporada de invierno ya trae sus correspondientes desacuerdos e incertidumbres. Esto es Córdoba.

Para más interés, entra en juego el Córdoba CF, con lo que se mezclan urbanismo, deportes y política, la tormenta perfecta. La pregunta es sencilla: ¿Se puede acabar el estadio de El Arcángel con los nuevos fondos anticrisis aprobados por el Gobierno de Rodríguez Zapatero? La respuesta no es tan fácil, pues en el Ayuntamiento, el alcalde, Andrés Ocaña, está convencido de que es posible, mientras que desde la Subdelegación del Gobierno, su titular, Jesús María Ruiz, tiene serias dudas. Vino a dirimir en la contienda el delegado del Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón, pero la dejó en empate, ya que dijo que la solución dependerá de según y cómo se presente el proyecto. Hasta el nombre que se le ponga a la obra, indicó Ruiz, es importante. Si es así, pues ya está, se le cambia el nombre y la constructora adjudicataria a poner hormigón en el fondo sur.

Estadio contrahecho

Arreglar esa grada del estadio supondrá cerrar una instalación deportiva que se inauguró en 1994, y que desde entonces es una vergüenza para la ciudad, pues arreglarle los parches está costando más que hacerlo entero y nuevo, y todavía no se da crédito a cómo la ciudad pudo consentir tomadura de pelo semejante con aquel estadio contrahecho.

Pero volvamos a los fondos estatales para crear puestos de trabajo. Las instalaciones deportivas entran dentro de esta nueva hornada de presupuestos de fomento del empleo que llevan la palabra "sostenible" entre sus objetivos, y que parecen más bien enfocados al apoyo de proyectos que generen trabajo a medio plazo y no solo mientras que se ponen ladrillos o se aprietan tuercas. Sin embargo, para los ayuntamientos resulta difícil encajar este tipo de iniciativas sin comprometerse a seguir gastando en ellas a lo largo del tiempo, mientras que las obras de infraestructuras siguen siendo una buena manera de emplear el dinero y hacer un gasto a plazo fijo.

Se pone el inconveniente de la finalidad, y el de que el proyecto no debe estar presupuestado por el ayuntamiento promotor. Andrés Ocaña y el responsable de Urbanismo, Francisco Tejada, han defendido que las cuentas de Procórdoba (que, por otra parte, son el cuento de la lechera desde que llegó la crisis y no entra ni un euro en la caja de la empresa municipal) prevén la demolición de esa zona del estadio, y que con los fondos se puede levantar el nuevo graderío, y todos tan contentos. Desde el PP, José Antonio Nieto les acusa de tomar "atajos", lo cual, si uno no se sale de la legalidad, sería de agradecer en esta ciudad más lenta que una tortuga.

Se dice también que el Córdoba CF es una entidad privada y que se vería beneficiada por esta inversión pública, aunque la titularidad del campo de fútbol sea municipal. La verdad que al Córdoba de José Miguel Salinas le hubiese interesado más reformar la tribuna y hacer en ella palcos que, a la larga, se alquilan y procuran ingresos al club, pero ahí el enfoque del Ayuntamiento es razonable: terminar el estadio, que ya es hora. Así que el proyecto se va a enviar al Ministerio de Política Territorial. Una vez allí, habrá que ver cuál es el encono político y la capacidad de llegar a acuerdos entre administraciones. Porque las elecciones municipales vuelven a estar a la vuelta de la esquina, y el fútbol es una tema más que sensible para el electorado, quien lo diría. El arreglo del estadio puede convertirse en un éxito o un fracaso del gobierno local. No hay que darles a ustedes más explicaciones. Ya me entienden.