--He coincidido con gente en la sensación de que las miradas de los niños de los países de Oriente Próximo nos resultan muy familiares a los cordobeses. Usted que ha convivido, además, desde agosto con ellos habrá constatado si se trata solo de las miradas o si hay algo más allá que nos acerca a ellos.

--Nos acerca, sobre todo, una geografía y una cultura comunes mediterráneas; también una historia: los fenicios arribaron a nuestras costas para enseñarnos el comercio y el cultivo del olivo. Además, la civilización árabe nos dejó sólidos vestigios. Ahora que somos nosotros quienes les visitamos, debo decir que compartimos muchos rasgos y señas de identidad que nos acercan los unos a los otros y que nos facilitan el mutuo entendimiento.

--El nudo sentimental que supone proceder de lo que para ellos fue y es todavía, en algunos casos, Al-Andalus, es decir, la Córdoba musulmana de la Edad Media, ¿les ha servido como punto de encuentro o más bien como recurrente inicio de una buena conversación?

--Nuestro origen cordobés es un crédito y un salvoconducto que nos abre las puertas en cualquier lugar o pueblo de este país. En cierta medida hay un paralelismo en esta tierra libanesa, que es ejemplo de convivencia de culturas y religiones, con aquella Córdoba que constituyó una sólida amalgama de las principales civilizaciones de su tiempo.

--¿Qué legado deja la Córdoba actual, a través de la Brigada Guzmán el Bueno, en los barrios de Marjayoun tras cuatro meses de misión?

--Córdoba ha dejado a través del contacto diario y el trabajo de sus hombres y mujeres la cercanía, el respeto y la solidaridad a un pueblo que sufre y que merece recuperar la paz mediante la estabilidad y el desarrollo de la zona.

--¿Y usted?

--La cordialidad y relación cercana que siempre he procurado tener con todos los trabajadores civiles de la base. Con independencia de nuestros cometidos profesionales; la amistad y el calor humano que se alcanzan en estas misiones son el principal bagaje a transportar en el baúl de regreso a España. Tampoco voy a negar el orgullo que para mí supone haber dejado presente en la Base las huellas de nuestra ciudad, mediante la construcción del monumento con los arcos de la Mezquita-Catedral en la Plaza de Córdoba.

--Aparte de la vigilancia en el cese de las hostilidades entre libaneses e israelíes, amparados en la Resolución 1701 de las Naciones Unidas, ha coordinado muchas actividades, desde asistencia, reconstrucción e incluso desarme de grupos armados, ¿en cuál ha encontrado más dificultades?

--La misión en esta zona es compleja, dada la sensibilidad de las diferentes partes y la importancia estratégica que esta región representa a nivel mundial. Todos nuestros cometidos se complementan entre sí. Sin proporcionar una seguridad que garantice el cese de hostilidades no sería posible la estabilidad de la zona, ni su desarrollo, ni su garantía de prosperidad para que su población aspire a un mejor futuro.

--España ha financiado actividades tan dispares como desminado, clases de español, apoyo sanitario... ¿De qué cometido se siente usted más orgulloso?

--Desde el inicio de esta misión de Naciones Unidas en el 2006, España ha invertido un total de 1.639.203 euros en 231 proyectos de cooperación cívico-militares. Concretamente, desde nuestra llegada de Córdoba el pasado agosto, hemos llevado a cabo un total de 22 proyectos a cargo del Ministerio de Defensa, por un total de 330.072 euros. Pero, sobre todo, como español me siento orgulloso de llevar nuestra solidaridad a esta zona tan necesitada. Nuestro criterio ha sido distribuir homogéneamente nuestras ayudas sin discriminar a nadie. Creo que éste ha sido el principal éxito.

--Tengo en la memoria la imagen del desembarco de la Infantería de Marina en las playas de Tiro, en septiembre del 2006, mientras los bañistas asistían con curiosidad al despliegue. Resulta paradójico que tanto músculo, por así decirlo, sea capaz de tener después la misma o más sensibilidad que cualquier oenegé, ¿no cree? Hay una imagen un tanto distorsionada en la sociedad.

--El tema del desembarco anfibio fue debido, entonces, a la falta de infraestructura y condiciones de seguridad adecuadas. La presencia de bañistas fue una anécdota. Nuestro principal cometido como fuerza integrante de la FINUL es proporcionar la seguridad y hacer posible el cese de hostilidades en el sur del Líbano. Complementamos estos cometidos con la asistencia a la población civil y la contribución al desarrollo de la zona. Buscar equiparaciones entre oenegés y Fuerzas Armadas (FAS) es distorsionar o manipular la realidad para proyectar una imagen negativa de las FAS. Las oenegés llevan a cabo un papel extraordinario y necesario que quiero poner de relieve, pero que evidentemente no es el mismo que realizan las FAS, ni por los medios que utilizan, ni por las circunstancias en donde se desarrolla su actuación. Si bien ambas instituciones coincidimos en la misma finalidad: conseguir la estabilidad, la reconstrucción y el desarrollo de las zonas necesitadas.

--Imagino que se habrá preguntado muchas veces qué lleva a un país que fue considerado ´la Suiza de Oriente Próximo´, con un considerable nivel de estabilidad y desarrollo turístico, a su actual situación, ¿ha obtenido respuestas?

--Creo que el principal problema que el Líbano ha padecido es