Es muy probable que ninguno de los 1.100 soldados españoles que han estado al mando del general Ricardo Alvarez-Espejo, responsable de la Brigada de Cerro Muriano (Córdoba), en los últimos cuatro meses en la operación Libre Hidalgo de las Naciones Unidas (ONU) en el Líbano, imaginase allá por el mes de julio del 2006, que la incursión fronteriza de Hezbollah --milicias islamistas libanesas-- sobre Israel, que se saldó con la muerte de ocho soldados israelíes y la captura de dos, fuese también a cambiar sus vidas. España se comprometió desde un principio con la misión de paz de la ONU, que le asignó el mando del sector Este del Líbano, en cuya base Miguel de Cervantes ha convivido, trabajado y protegido a una población libanesa que ha sufrido, según datos de ACNUR, más de medio millón de desplazados y unos 1.300 muertos en el conflicto. Al mando de este contingente, integrado por más de 4.000 soldados de distintas nacionalidades, ha estado este madrileño políglota de 56 años, casado y con un hijo, que ha llevado a cabo con éxito misiones internacionales en El Salvador, Sarajevo y Herat.