Los juzgados siempre son un buen lugar para pasear. Allí es difícil que alguien atente contra la integridad de un animal, como es mi caso. Ayer, un Guardia Civil encargado de velar por la seguridad del recinto se olvidó por un momento de la igualdad de las partes y le pidió un autógrafo a un demandante. Claro, no todos los días se ve por allí a un futbolista que haya vestido la camiseta de la selección.