El lazo blanco volvió a ser ayer el protagonista, esta vez en el pregón de la Semana Santa, pronunciado anoche en el Gran Teatro de la ciudad por el cofrade Javier Tafur Asencio. Aunque en el texto de Tafur el polémico lazo no tuvo cabida, en el patio de butacas fue casi en exclusiva el tema de conversación.

Poco antes de comenzar el pregón eran algunos, aunque no en gran cantidad, los cofrades que llegaban con traje oscuro y el lazo blanco en la solapa. Quien no lo tenía pudo hacerse con uno de ellos a las puertas del Gran Teatro, donde un cofrade anónimo estuvo repartiendo lazos blancos. Pese a todo, fueron pocos los hermanos mayores que lo lucieron, así como tampoco se pudo ver en las solapas de los miembros de la Agrupación de Cofradías.

El escenario del Gran Teatro estuvo un año más presidido por la Cruz Guiona, adornada con clavel rojo y alhelíes morados, escoltada por seis hachones con cera roja. A los lados los estardantes de las hemandades a las que pertenece el pregonero: Santo Sepulcro y Merced.

Tras el mini-concierto de la banda de la Esperanza, que por primera vez tocaba en el pregón de Semana Santa, tomó el atril Francisco José Mellado Lucena, que fue desgranando algunos de los aspectos del pregonero. Mellado destacó del protagonista que "es todo un iniciado que busca siempre el significado, el sentido profundo de todo lo que conlleva ser cofrade".

En cuanto al pregón en sí Javier Tafur, como ya adelantó a este diario, dio su pregón luciendo el polémico lazo, un pregón muy profundo, con un selecto texto que Tafur defendió con soltura. A lo largo de más de una hora, fue recreando distintos pasajes evangélicos, donde fue insertando diversas escenas pasionistas de Nuestra Semana Mayor.

Uno de los momentos más aplaudidos fue cuando el pregonero se refirió de manera sutil, pero contundente, al aborto:

"Que respeten a las mujeres y a los frutos de su vientre por encima de todas las cosas".

En este intenso texto no tuvieron cabida todas las cofradías, aunque sí que como dijeron varias personas en la puerta del Gran Teatro, fue un pregón muy cordobés, un pregón en definitiva para la reflexión.

El final estuvo dedicado a su hija Marina, fallecida, en un emotivo discurso que puso el punto final a su intervención. "Y por eso, yo sé, Marina, que, si no pierdo tu infancia, y si no pierdo del todo la mía, algún día te reencontraré, más allá de los puertos grises, más allá del mar y de las montañas azules, más allá de la cruz y de la sangre de tu enfermedad, más allá de la muerte...".

Al acto asistieron, además de miembros de las cofradías y la Agrupación, la alcaldesa, Rosa Aguilar, el vicario general de la diócesis, Fernando Cruz Conde, el delegado diocesano Pedro Soldado y políticos.

Tras el pregón se sirvió una cena en el Círculo de la Amistad, donde el pregonero recibió el homenaje de los asistentes.