Los hechos, por desgracia, se suceden de la siguiente forma: un menor sufre maltrato o hay violencia en el seno de la familia. En ese momento, bien a través del juzgado de menores, de los servicios sociales o por iniciativa de la familia, el niño entra en el programa de intervención con menores víctimas de violencia, de la Junta.

Entonces, ese menor pasa por un proceso en el que juristas de la asociación analizan cómo es su situación legal. Después se realiza un diagnóstico con pruebas psicológicas y con test de personalidad para determinar qué aspectos emocionales han afectado al niño.

"Se busca averiguar si hay problemas de ansiedad o depresión, porque suelen encontrarse síntomas", explica Elvira Gracia, vicepresidenta de Encuentra Acuerdos. Estudiando los resultados se diseña una intervención psicopedagógica y educativa para el menor, estableciendo un itinerario individualizado que tiene en cuenta los aspectos de su caso, y se trabaja con la familia, con la madre o con la persona con la patria potestad, "porque la intervención con el menor es integral a nivel psicológico, educacional, afectivo, social y familiar", explica Gracia.

Desde la asociación explican que ese itinerario se prolonga en el tiempo porque depende también de la edad del menor y de cuánto haya sufrido el maltrato y las circunstancias del mismo, "son variables que se tienen en cuenta para el caso", explican. Además, "esa atención dura hasta después de las sesiones, se hace un seguimiento de cada menor", explica la delegada de Igualdad y Bienestar Social.

El programa busca paliar "la situación del menor de acostumbrarse a la violencia", según Cañero. "Además, son niños reacios a hablar sobre la situación, se les facilita un entorno de juego para saltar esa resistencia", explica Gracia.

Otro problema de estos niños es que "hay que trabajar con ellos el reconocimiento de las emociones, que suelen tener mezcladas, y la empatía. Se trata de reestructurar al menor un código de situaciones", explican. Estos son trabajos de los psicólogos y de los educadores sociales. Pero los juristas también intervienen "para acompañar a la familia en el juzgado, si lo necesita".

Según esta asociación, evitar que estos niños repitan en el futuro las conductas que sufren es lo fundamental, porque "es alarmante que en la franja de edad de 15 a 17 años aumentan los casos de maltrato y hay que trabajar la prevención".