Ricardo López Crespo se mostró ayer satisfecho por la situación excepcional dentro del panorama financiero actual en la que ha dejado a la Caja Rural de Córdoba, entidad en la que ha ocupado el cargo de presidente desde el 22 de febrero de 1969.

La marcha de López Crespo cierra una etapa histórica de esta institución y, en un ámbito más amplio, del propio sistema de gestión de los recursos agrícolas de la provincia a lo largo de 40 años, abriéndose un breve periodo que se cerrará el próximo jueves, en el que se elegirá a su sucesor al frente de la Caja Rural.

Ricardo López fue arropado por la asamblea de la caja el pasado viernes, sesión en la que se despidió a su presidente de toda la vida con la lectura de dos emotivas cartas, una de ellas en nombre de los trabajadores de la institución y, la segunda, en nombre de los clientes de la entidad financiera. En esta misma sesión se acordó la entrada de tres nuevos consejeros: Manuel Romero, del grupo de empresas Prasa; Ricardo López--Crespo Delgado, hijo del presidente saliente de la Caja Rural de Córdoba, y María Dolores Jiménez, actual presidenta de la Cámara de Comercio de Córdoba, con la que se completa el consejo de doce miembros.

El ya ex presidente de la Caja Rural de Córdoba deja la entidad con unas cifras envidiables, más aún en el caótico panorama financiero actual. El índice de solvencia alcanza el 230% mientras que el de morosidad apenas roza los 1,5 puntos. En el último ejercicio se han logrado seis millones de euros de beneficios que irán a reforzar el fondo de reserva de la entidad, que pasa a ser de 60 millones de euros. Actualmente, la Caja Rural emplea a cerca de trescientos trabajadores en sus oficinas.

López Crespo posee la Encomienda de la Medalla al Mérito Agrícola, fue Cordobés del Año en su primera edición (1985) y fundó la Cooperativa Algodonera (1962).