En día de debate sobre el ser o no ser en torno al consumismo, viene la lotería y riega Córdoba con unos millones de euros. ¡Toma materialismo!, que diría el displicente cuervo Rockefeller. No me apunto al gasto impuesto del San Valentín bendecido por el comercio, pero me abono al recibir sin pegar golpe que permite el azar para luego gastar el 14 de febrero o el día que se me ponga por delante. Es lo que tiene el dinero, que engancha y te dispara el corazón. Más de uno lo viviría así ayer, como hace una semana lo disfrutaría alguien en Posadas, entonces con la primitiva. La suerte se ha enamorado de Córdoba.