"El buen cordobés, ni dice lo que gana ni lo que gasta", afirma el dicho. Pero el cordobés sí que comenta lo que le cobran. Y lo que ha cobrado este mes Sevillana--Endesa se está comentando largo y tendido.

En el barrio del Guadalquivir, en Casa Currro, a las 11 de la noche del martes, un servidor, dispuesto a hacer la prueba, saca la conversación sobre el recibo de la luz. Entre los tres trabajadores del establecimiento y los cuatro parroquianos presentes se produce, primero, unos segundos de silencio y miradas cabizbajas dejan paso a una de las mayores letanías de maldiciones e improperios que pueda imaginarse. Varios minutos de "me cago en...", alusiones a lo más sagrado e insultos a los gobiernos de Zapatero, Bush, Obama y hasta el del Congo.

Por fin, se habla de cifras. Antonio debe paga 138 euros de los 60 que solía abonar, Ramón, 232 sobre los 60 de media; Juan, viviendo solo, debe 336 (con recargo de 30 euros por exceso de consumo); Paqui, 84 euros sobre los 34 anteriores, y el propietario y gerente del local, 1.700 euros cuando solía pagar unos 500 de media por la energía consumida en el establecimiento. El recibo de su casa también es muy superior a lo acostumbrado. Entre cinco de los siete presentes en ese momento en el bar, se debía a Sevillana cerca de 2.900 euros, medio millón de la antiguas pesetas. "¿Lectura estimada? ¿Qué lectura estimada? ¿Y si yo estimo que me están robando?", afirma Ramón. "Pero, ¿para qué te obligan a poner el contador en la calle si luego lo leen cuando quieren?", dice Antonio sobre la facturación. Aún queda ánimo para algo de humor negro: "Vamos a tener que abrir el sobre de Sevillana con más miedo que si fuera una carta-bomba", bromea Antonio.

Sin embargo, ayer por la mañana, en la cola de reclamaciones de Sevillana-Endesa, no había lugar para ningún chiste. La escena de una mujer sosteniendo temblorosa un recibo lo decía todo. Su familia solo cuenta con la prestación por desempleo del padre y en la mano tenía una factura por 411 euros. "¿Cómo me piden esto? Que me corten la luz, pero tenemos que comer", decía. Y eso que el récord absoluto de esta pequeña encuesta lo tiene Alfonso Lozano, propietario de un bar en La Torrecilla, al que le llegó una factura de 4.363 euros. "Dime qué hago ahora. Como me llegue otra así, directamente me obligan a cerrar", afirmaba Alfonso la tarde de ayer.

Para suicidarse electrocutado, si no fuera tan caro.