El miedo es malo. Será un mecanismo de defensa, pero también paraliza, nubla el criterio y retrasa las soluciones. Y hay tal miedo a la crisis que ésta cae a plomo en lugar de aterrizar más despacio (factores internacionales aparte), como hubiera ocurrido si los consumidores no se hubieran asustado tanto. Lo que se temía ya es una realidad, y en ella nos instalamos.

El presidente de CECO, Luis Carreto, alertaba sobre el cierre de empresas que ya existe y el que cabe esperar después del verano (vacaciones eternas), y el comité de UGT-Córdoba, con Jesús Comino a la cabeza, hacía un análisis más que pesimista de la coyuntura provincial. Manuel Pastrana, el dirigente andaluz de UGT, advertía de que no ´tragará´ sin más que haya una sola víctima, y que ésta sea el cuerpo laboral. Y Cándido Jiménez (CCOO), cifraba en 14.000 los empleos perdidos en Córdoba por la crisis inmobiliaria. Soluciones proponen pocas: desbloqueo financiero (pero la morosidad crece), Pacto de la Vivienda (hay trasvase de albañiles a la agricultura y a la hostelería) e inversión pública (y cada vez se recauda menos). De momento, el gasto en veraneo será una prueba de fuego.