Los restos arqueológicos son el principal condicionante de esta ciudad. Si es fácil descubrirlos al remover las entrañas de zonas de expansión como el barrio del Zoco o Huerta de Santa Isabel (al norte de Miralbaida), más probable será tropezarse con ellos en los aledaños de una muralla. Conservar los vestigios del ayer es una obligación incuestionable. Son nuestra historia. Pero habría que plantearse nuevas fórmulas para recuperar el pasado sin obstaculizar el futuro.