La historia de Mari Ángeles Ecoro es la de una vida marcada por la distancia y el desamor. Hija de un maestro guineano con 6 hijos, conoció a su novio muy joven y, enamorada, decidió casarse con él. "Mi padre no quería que diera ese paso tan pronto, le habría gustado que estudiara, pero cuando acabé el instituto me casé. Yo tenía 14 años y él 22".

En apenas un año, la pareja tenía su primer retoño. "Fue entonces cuando el Gobierno de Guinea le dio una beca a él para estudiar Medicina en Francia, así que se marchó y yo me quedé en casa de sus padres con el bebé, a la espera de que encontrara un sitio donde instalarnos los tres".

El tiempo pasaba y el momento del traslado no llegaba. Además, en una de las visitas de él a Guinea, Mª Ángeles volvió a quedarse embarazada. "Cuando mis hijos tenían, uno 2 años y el otro 8 meses, cogí un avión para saber qué estaba pasando. Los padres de él me pagaron un billete. Solo podía viajar con uno de los niños, así que me llevé al más pequeño conmigo y dejé al mayor con mis suegros, pensando que sería algo temporal. Una vez en Francia descubrí que mi marido estaba haciendo pasar a otra mujer por mí y que los dos vivían en el piso que, supuestamente, debía ser para su familia guineana".

"La chica estaba embarazada, pero mi marido no era el padre"

La historia entonces se complica, rozando el entramado de un auténtico culebrón. "La chica estaba embarazada y aunque mi marido no era el padre, me intentó convencer de que le había dado pena su situación y por eso la ayudaba".

Finalmente, se supo que el niño era fruto de un incesto que llegó a salpicar a la diplomacia guineana. "El pretendía tenernos en casa a las dos, pero yo no estaba dispuesta, así que me marché. No sabía hablar francés y tampoco tenía dinero, así que sobreviví en casa de unos primos un año hasta que mis hermanas pudieron mandarme el billete a España".

Desde hacía algún tiempo, dos de sus hermanas vivían en el país vecino, una en Madrid y la otra en Córdoba. "Cogí a mi hijo y me monté en un tren, apenas llevaba lo puesto cuando me bajé en Atocha".

Un año más tarde, volvería a la misma estación para viajar definitivamente a Córdoba, donde otra hermana le ofreció trabajo en su bar. "Mientras tanto, mi marido seguía estudiando. El no quería que viniese a España con su hijo, así que cuando acabó la carrera volvió a Guinea y se llevó al mayor a Camerún".

En Guinea, la custodia la tiene el padre. En 1987, un juzgado español concedió el divorcio y la custodia del pequeño a Mari Angeles. En 1988, su ya ex marido se casaba con otra mujer, con la que tendría después ocho hijos más. "Aunque lo intenté, nunca pude recuperar a mi niño el mayor, que trabaja en una Petrolífera y ya me ha dado dos nietas".

Contra todo pronóstico, madre e hijo siguen en contacto y hace dos años los hermanos se conocieron en Madrid. "Cuando los vi juntos por primera vez, me quedé muda".