A las 9.30 horas, estaban todos listos, con sus caritas lavadas y recién peinados para demostrar sus dotes olímpicas matemáticas. Eran 500, unos 300 de Secundaria y 200 de Primaria. Les esperaba una mañana divertida, según los profesores, ideada para plantear una asignatura históricamente difícil en un saber ameno y práctico. Tras una breve presentación, los más pequeños salieron del Paraninfo del Campus de Rabanales, con caminar rumboso, en dirección al aulario.

Al cabo de media hora, participantes de cincuenta y cinco colegios, divididos unos en equipos de tres y solos ante el peligro los otros, se enfrentaban a las pruebas. Como herramienta fundamental, la lógica y la calculadora, además del compás y la escuadra y cartabón entre los mayores. Según Manuel Mata, profesor de Secundaria del colegio Alzahir y veterano en estas olimpiadas, "los alumnos que participan en esta prueba no son siempre los mejores en matemáticas porque algunos no quieren competir para no quedar mal si fallan". Además, explica, "hay chicos que tienen habilidades con los números fantásticas pero no sacan buenas notas en clase y descubren aquí una motivación para aplicar sus conocimientos". En su opinión, es interesante que además de los resultados puros y duros "se premie la originalidad para resolver las pruebas".

Entre los concursantes, más de un empollón hace gala, con prudente modestia, de sus dotes matemáticas. "Soy la única de mi clase que participa, me han elegido porque tengo muy buenas notas --explica Eloísa, de 14 años, quien asegura que "de mayor me gustaría ser profesora de matemáticas". Algunos, como Antonio Jesús, alumno del instituto Grupo Cántico de 13 años, apuntan más alto. "Espero llegar a ser notario", asegura, mientras explica que se apuntó a la actividad "por pasar un buen rato y porque se me dan bastante bien los números".