Debido al incremento de la incidencia de las alergias entre la población, la Unión Europea está financiando desde 2005, dentro del programa LIFE-Enviroment, el proyecto Monalisa (Monitoring Network Allergens by Inmuno-Sampling), liderado por la empresa francesa BertinTechnologies, en el que participan seis países europeos, la antes citada Francia, Finlandia, Polonia, Reino Unido, Suiza, Portugal y España.

La participación española corre a cargo del grupo de investigación Botánica Sistemática y Aplicada de la Universidad de Córdoba, que dirige la coordinadora de la Red Española de Aerobiología (REA), Carmen Galán Soldevilla. Este programa europeo ha destinado al grupo de investigación de la Universidad de Córdoba un total de 153.000 euros. El objetivo principal de Monalisa es analizar en seis entornos bioclimáticos diferentes, correspondientes a los seis países antes mencionados, un prototipo de aparato, llamado Coriolis, con el que pueden clasificarse el polen y otras partículas microbiológicas de proporciones ínfimas en función de la carga alergénica que contengan.

Con este aparato, diseñado por la empresa francesa coordinadora del proyecto, cada grupo de investigación realiza un seguimiento estándar de las sustancias que ocasionan las alergias para tratar de ofrecer información más precisa y fiable sobre la actividad alergénica en el aire y se comparan los datos con los obtenidos con el sistema tradicional de medición. "En los países de la Europa mediterránea como España estamos incidiendo en el polen de parietaria y está previsto también para este año los de ciprés y olivo", destaca Carmen Galán. La alergia al polen del olivo es la más extendida en la provincia de Córdoba.

Grupo puntero

Paralelamente a su inclusión en este trabajo, el grupo de investigación en Aerobiología de la UCO de Carmen Galán participa a su vez en el proyecto nacional Alergen II, que con la financiación del Ministerio de Educación y Ciencia persigue obtener información sobre la carga alergógena del aire en un ámbito más cercano, el sur de la Península Ibérica utilizando una metodología puesta a punto en la actualidad. "Se estudia el contenido de las partículas en el aire, que son más pequeñas que los granos de polen y esporas con capacidad alergógena, y se comparan los resultados obtenidos con los recuentos polínicos", señala Carmen Galán.

Micropartículas

Según Galán, las partículas pequeñas (restos de granos de polen que se desprenden de su pared) son menos pesadas que los granos de polen y flotan en el aire durante un tiempo más prolongado. Pueden ser además transportadas a larga distancia con más facilidad que los granos de polen, por lo que venimos detectando a veces alergenos en el aire en periodos previos y posteriores a la estación polínica, o sea que se registran posibles casos de alergia, a pesar de que no se encuentra suficiente cantidad de granos de polen en el aire.

"En Andalucía estamos trabajando con granos de polen de plantas que producen alergia en nuestra comunidad y de los que disponemos de anticuerpos en las empresas farmacéuticas, con el objetivo de poder realizar un test, llamado Elisa, que ayuda a detectar proteínas alergénicas", añade Galán. La definición de las proteínas alergénicas está permitiendo que la industria farmacéutica pueda fabricar tratamientos más específicos para los pacientes, como es el caso de la vacuna contra el polen del olivo que se administra en el hospital Reina Sofía de Córdoba. Tres universidades son las impulsoras de Alergen II, las de Málaga, Granada y Córdoba y Carmen Galán es la coordinadora del proyecto. Concretamente, la UCO recibe una financiación en base a esta investigación de 75.000 euros.