Los dirigentes del Partido Popular (PP) han sido los protagonistas absolutos de una semana marcada por los cambios, las comisiones de investigación y un ambiente más que revuelto hasta en el deporte. Para colmo, golearon al Real Madrid. El centro informativo que en el ámbito local de los populares debía haber sido José Antonio Nieto, nuevo presidente provincial de esta formación y portavoz en el Ayuntamiento, se desvió de inmediato hacia unas aguas pasadas que, al parecer, no habían terminado de pasar. Enrique Bellido, ex presidente del PP de Córdoba defenestrado por la cúpula regional de ese partido en el 2002, va a ser invitado a una reconciliación impulsada por el propio presidente del PP andaluz, Javier Arenas, que desde hace unos meses le ha enviado, de forma indirecta, mensajes en ese sentido.

Nieto toma el relevo de María Jesús Botella, que deja la presidencia de su partido en Córdoba para incorporarse al nutrido grupo de vicepresidentes del PP de Andalucía y continuar como diputada en el Parlamento andaluz. Tanto ella como Arenas y el propio Nieto han dicho en público que se trata de una renuncia a petición propia y con el deseo de permitir el nacimiento de una nueva etapa. Hay quien dice que a Botella la han eliminado por elevación, porque a Arenas le preocupa lo poco incentivados que están los afiliados de la provincia, pero también cabe la duda razonable de que ella misma haya deseado ceder el testigo y encomendarse a otras actividades orgánicas.

El propio Nieto ha admitido que la provincia es prioridad en la nueva etapa, lo que entra en relación con Enrique Bellido, que se trabajó a fondo las bases de los pueblos (y es que eso de coger el coche todas las tardes para ir aquí o allá es bastante agotador) y sigue teniendo buen predicamento en aquéllos que le respaldaron como presidente y que se dieron en llamar el grupo de los catetos . Hay unos cuantos catetos fuera del PP, como, sin ir más lejos, el anterior secretario general, José Angel Palomares, que no fue expulsado porque se dio de baja antes de que lo echaran, y otros que tomaron diversos caminos, como la candidatura Unide que ganó las elecciones en Villa del Río, o simplemente se han mantenido estos años en el silencio.

Bellido se ha limitado a decir que escuchará las propuestas que tengan que hacerle y que entiende que él no va solo, sino que su lote incluye a aquellos famosos catetos. La semana que viene celebrará un encuentro personal con José Antonio Nieto, y a ver éste qué le propone y le dice. La pelota está, de entrada, en el alero del PP, que es el que le expulsó y el que llama ahora a su puerta. Pero las intenciones expresadas por los dirigentes populares también dejan el balón en el tejado del ex senador, que deberá decidir si hace borrón y cuenta nueva, si regresa al partido y cómo lo hace y si se mantiene como independiente respaldando a sus antiguos detractores.

Lo de Bellido fue en su momento una mezcla de intereses en la que los cargos públicos del partido (concejales y diputados autonómicos y nacionales) estaban distanciados de la dirección, lo que llevó, en la práctica, a una situación ingobernable. Ahora están prácticamente las mismas personas, pero quizá el talante haya cambiado.

Otra incógnita por despejar es quién será el candidato del PP a la Alcaldía de Córdoba. Podría ser Nieto, pero acaban de cargarle de tal manera de trabajo que quizá no le sea posible compatibilizar ambos cometidos: preparar las municipales en la provincia y ser candidato en la capital. Ahora, en la calle, ha saltado el nombre de Enrique Bellido, pero de momento parece que hablar de esa opción es demasiado.