Esta semana que hoy termina iba a reunirse en Córdoba la Asociación de Editores de Prensa de España, que iba a congregar a más de 200 personas. Llamaron al Palacio de Congresos en verano, pero estaba reservado para noviembre, y como buscaban, quizá por razones económicas, un recinto público, se marcharon a Zaragoza, ahí al lado. Hace unos meses, la ciudad se tuvo que conformar con ser subsede de le Reunión de Alto Nivel (RAN) de los jefes de Gobierno de España y Marruecos por "cuestiones logísticas", lo que se tradujo en que el aeropuerto no estaba en condiciones para recibir algunos tipos de vuelos. Gracias al enchufe que esta capital tiene con su diputado del PSOE y ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, al menos quedaron las migajas de esa cumbre internacional con reuniones sectoriales de cuatro ministerios de ambos países y Córdoba salió en los telediarios.

Hace unos días se inauguró en la sala museística de Cajasur la exposición Hablemos de Europa que han organizado el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Federación Española de Municipios y Provincias. La organización seleccionó a tres capitales con alcaldías de distinto signo político para esta muestra. Con alcalde del PP, quedó Salamanca; con regidor del PSOE se eligió A Coruña, y para IU quedó Córdoba, la única capital de provincia gobernada por esta formación. Hicieron dos rutas, la norte, que agrupa a Salamanca y A Coruña, y la sur, cuya protagonista absoluta es esta ciudad.

No está mal el privilegio en este tipo de actuaciones, pero la sorpresa para los organizadores fue que no encontraban un sala adecuada para la muestra europea, con suficiente amplitud y dotaciones. Al final vino la solución de manos de Cajasur, que ha cedido su sala museística de Ronda de los Tejares para este evento. En la inauguración, Juan Moreno hizo de anfitrión para el ministro Moratinos; la alcaldesa, Rosa Aguilar, y el presidente de la Diputación, Francisco Pulido, y así se salió del atolladero.

Parece increíble, pero es cierto. Es verdad que pocas ciudades pueden ofrecer una sala de reuniones con siete siglos de antigüedad, o los que sean. Pero cualquiera puede comprobar que en el Alcázar de los Reyes Cristianos, por poner un ejemplo, no hay condiciones como para instalar a 200 personas trabajando con sus ordenadores, sus pantallas gigantes y su infraestructura de congresos. Habrá que ir pensando en que para rentabilizar la historia hay que modernizarse un poco.

Esta misma semana, los organizadores de congresos andaluces, que se han reunido en Córdoba, han denunciado de nuevo las dificultades que les ocasiona la falta de un aeropuerto adecuado para atraer grandes encuentros nacionales e internacionales. La marca Córdoba cada vez suena más, pero tiene unas limitaciones en infraestructuras que pueden volverse en su contra si la ciudad luego no es capaz de satisfacer las expectativas que despierta. La iniciativa privada ha salido al paso de estas carencias, y un buen ejemplo es la sala habilitada por el Parador de la Arruzafa para convenciones o el Centro Cultural Miguel Castillejo de Cajasur, pero son inmuebles privados.

Aunque Córdoba tiene proyectos de relevancia para cubrir estos huecos, como el Palacio del Sur o el futuro Centro de Arte Contemporáneo, todo en esta ciudad es tan lento que la realidad se nos echa encima. Años y años discutiendo del aeropuerto son demasiados, y si queremos aspirar a ser Capital Cultural de Europa en el 2016 no podemos dejar pasar mucho más tiempo. Hay que vender realidades tangibles y no sólo el sueño de la ciudad califal.