Uno de los encantos que ofrece Córdoba al visitante son sus noches, algo que, en casi todas las zonas de nuestro amplio Casco Histórico, se puede apreciar. Se puede afirmar, como decían los antiguos visitantes, que en Córdoba "se oye el silencio", gracias a elementos como la compañía de sus monumentos, la presencia de su historia en cada rincón, la fragancia de sus plantas, y, como no podía ser menos, la elección y la conservación de su iluminación.

Cuando de noche paseamos por nuestras plazas y callejas y sentimos el embrujo que emana de nuestra ciudad, nos percatamos del hecho en sí, pero quizás no acertamos a percibir qué lo hace posible. Y es que todos somos propensos a darnos cuenta de los aspectos negativos de las cosas, pero pasamos por alto los positivos. No recordamos la salud hasta percibir la enfermedad, vemos rápidamente la suciedad de una calle, pero nos cuesta advertir la limpieza, paseamos de noche por miles de calles iluminadas, pero no lo advertimos hasta que un día hay un corte en la luz. El alumbrado es vital para nuestra vida cotidiana. Hoy sería impensable que las calles estuviesen apagadas.

Nuestra ciudad posee 36.500 puntos de luz, dirigidos por 627 centros de mando que iluminan unos 730 kilómetros de viales urbanos. Estos consumen anualmente unos 32´5 millones de kilowatios hora y cuestan anualmente más de 450 millones de las antiguas pesetas. Estas cifras revelan por sí solas cierta complejidad, que obviamente pasa desapercibida para el ciudadano, pero que hace reflexionar sobre que ese milagro de iluminación nocturna, que nos permite circular por nuestras calles con seguridad, sea algo más que unas bombillas encendidas.

Córdoba, a lo largo de su historia, ha sido avanzadilla y pionera en multitud de disciplinas. En materia de alumbrado también es referente, no sólo para otras ciudades españolas sino más allá de nuestras fronteras. Ello quizá se deba a una circunstancia casi única en España en grandes ciudades: que la explotación y conservación del alumbrado público se lleva con personal funcionario y no con empresas mantenedoras, percibiéndose que puede dar origen a diferentes criterios de cómo debe llevarse un mantenimiento de estas características.

Así, en 1992 comenzó a centralizar el funcionamiento de la red de alumbrado público desde una sala de control. Hoy es posible controlar los parámetros eléctricos de consumo y el funcionamiento en tiempo real, permitiendo desde el Ayuntamiento encender o apagar lugares más alejados de la ciudad como Los Angeles de Alcolea o Santa Cruz, o cualquier zona de la ciudad. O lo que es más importante, arreglar alguna avería típica de disparo de los elementos de protección sin necesitar el desplazamiento de operarios.

Resplandor luminoso

La protección del medio ambiente es un tema al que siempre nos hemos sentido muy sensibles, así como el impacto que la luz pueda provocar en su entorno. Por eso, hace ahora casi seis años nació una ordenanza municipal sobre protección del cielo. Córdoba fue la primera ciudad de Andalucía y la tercera de España que promovió este tipo de ordenanza sobre contaminación lumínica.

Córdoba posee escasa contaminación atmosférica, debido a la ausencia de una fuerte actividad industrial. Al no existir gran cantidad de partículas en suspensión ese brillo nocivo es mucho más reducido del que pudiera existir en otra ciudad industrial en igualdad de luz emitida hacia el cielo. Por ello cuando se redactó la ordenanza se pretendió, por un lado, adecuarla a la realidad de nuestro municipio, y por otro, incluir exigencias que se pudieran cumplir y no utopías que quedaran en buenas intenciones.

El Ayuntamiento de Córdoba entendió que había que hacer una ordenanza realista para nuestra ciudad. Además entendía que era necesaria por múltiples razones, no sólo para proteger la contemplación del cielo nocturno, sino por lo que podría representar de disminución del consumo energético y para la protección del Casco Histórico. Así nació esta ordenanza, entendiendo que lo importante no era expresar ideas sin ánimo de paliar los defectos, sino realizar una política de adecuación de nuestra estructura de alumbrado viario a las ordenanzas redactadas.

Como datos significativos se puede indicar que desde su implantación hasta hoy se han cambiado más de 5.400 luminarias por otras de excelentes rendimientos y que cumplen lo estipulado. Se han cambiado más de 6.500 fuentes de luz de vapor de mercurio por otras de vapor de sodio de mayor eficacia luminosa, reduciendo el consumo energético anual en más de 1´5 millones de kw/hora y eliminando parte de las nocivas radiaciones ultravioletas.

Todo ello ha representado un gran esfuerzo presupuestario que se ve compensado en una bajada de consumo y un aumento de la calidad de la iluminación. Por ello, cuando paseemos por nuestras calles, por nuestro Casco Histórico, veremos el mismo típico "farol cordobés" pero con un rendimiento cromático en la luz emitida y una eficacia luminosa que hará que ese embrujo de nuestra ciudad sea aún mayor.

Todavía queda mucho por hacer y lo sabemos mejor que nadie. Hay que seguir haciendo esfuerzos presupuestarios, pero somos conscientes de que se ha avanzado mucho y, lo que es más importante, sabemos que estamos trabajando en la dirección correcta, la que reclama el ciudadano y que redunda en que nuestra ciudad pueda ser tan segura y tan bella tanto de día como de noche.