Sea porque los planes de promoción turística están resultando, porque el viajero busca algo más que sol y playa o, sencillamente, porque ya era hora de que el turista descubriera lo mucho que hay que ver en Córdoba, el Casco Histórico de la ciudad estaba ayer como los cordobeses (especialmente los hoteleros) han estado soñando desde hacía años: repleto de viajeros de todos los continentes.

Las excepcionales cifras turísticas registradas la pasada Semana Santa se quedaron cortas para el fin de semana que hoy termina, dando la sensación de que el reclamo del Certamen de Patios no sólo ha llenado este año estos recintos tradicionales, sino que, más allá, cientos de turistas huyendo del hacinamiento de las típicas calles de la Judería salieron ayer del coto en el que parecen convertidas las calles de la Judería. Por fin, el turismo en masa se esforzó ayer en pronunciar la erre para preguntar "perdón, ¿La Corredera?", una plaza en donde a partir del mediodía se pedían cañas de cerveza en casi todos los idiomas del mundo.

Eufórico Ferrero

El caso es que el éxito de los patios este año ha congregado en algunos sitios a tantas macetas como turistas, a razón de un japonés por cada tres gitanillas, si se permite la broma, y ha terminado trasladando la fiesta por el resto de los barrios del Casco Histórico.

Los más contentos con esta invasión turística han sido, a buen seguro, los propios visitantes de la ciudad, que ayer no se limitaron a los típicos recorridos y descubrieron La Corredera, Santa Marina, San Agustín... Y por supuesto, Marcelino Ferrero, que ayer no cabía en sí de gozo por el éxito que ha supuesto el Certamen de Patios, recordando el esfuerzo municipal y elogiando más que nunca el trabajo de los cuidadores de patios, que han logrado superar los daños que causaron las pasadas heladas. "Suena a tópico, pero la verdad es que los patios han estado mejor que nunca", resumía Marcelino.

Y por supuesto, la Feria

El concejal delegado de Festejos, eso sí, reconoció que la fiesta de los patios está originando problemas debido, precisamente, a su propio éxito, como ocurre con las aglomeraciones que se producen en el Alcázar Viejo las noches de los dos fines de semana del certamen, a fin de cuentas "un mal menor", considera Ferrero, si se mira con perspectiva toda la avalancha de actos y fiestas que se viven en mayo. En todo caso, Ferrero confiaba ayer en que ahora sea la Feria la que tome el relevo como reclamo turístico de la ciudad.

Y es que aún queda mayo de sobra.