Antes de que el juez dictara su ingreso en prisión, José Domingo Rey, ex párroco de El Salvador de Peñarroya--Pueblonuevo, se presentó voluntariamente en el centro penitenciario de Córdoba para cumplir los once años de prisión a los que fue condenado por varios delitos de abusos sexuales a menores.

Termina de esta forma un largo proceso que empezó en el juzgado de lo Penal número 1, pasó por la Audiencia Provincial --que desestimó el recurso interpuesto contra su ingreso en prisión-- y tiene todavía pendiente la decisión del Tribunal Constitucional de suspensión de condena.

La defensa del sacerdote pretendía que la ejecución de la sentencia quedara en suspenso hasta que el Constitucional resolviera el recurso de amparo y que el Gobierno aceptara la proposición de indulto que fue solicitada en su día.

TEMPRANO Según ha podido saber este diario, el sacerdote se presentó sobre las 8.30 horas de ayer en el centro penitenciario de Alcolea, donde ha quedado ingresado en el módulo de adaptación, en el que estará vigilado por médicos y psicólogos durante seis días hasta que se le asigne una celda definitiva.

El juzgado de lo Penal número uno condenó a Rey en mayo del 2003 a once años de cárcel por seis abusos sexuales a otras tantas menores --de entre ocho y nueve años-- a las que preparaba para recibir la comunión. A cuatro de las chicas las tiene que indemnizar con 1.500 euros a cada una, y a otra de las menores deberá pagarle 600 euros. Además, se le impuso la prohibición de acudir a Peñarroya--Pueblonuevo durante el tiempo de tres años desde la extinción de la condena, o, en su caso, desde la obtención de la libertad condicional.

La sección primera de la Audiencia celebró la vista y en esa sesión se expuso el resultado de un informe del Equipo de Investigación de Casos de Abusos Sexuales (Eicas). Según la defensa, la pena era excesiva y pidió que la cárcel fuera sustituida por una multa, argumentos que fueron desestimados.

José Domingo Rey Godoy ejerció su labor pastoral en El Salvador de Peñarroya--Pueblonuevo durante 22 años. El día después de hacerse firme la sentencia, el obispo de la diócesis de Córdoba, Juan José Asenjo, destacaba "su apoyo y cercanía al sacerdote" y 24 horas más tarde le relevaba del puesto.

DIVISION Las reacciones a este posicionamiento suscitaron un intenso debate en los medios de comunicación nacionales y una división de opiniones entre la feligresía de El Salvador. Así, los familiares de las víctimas celebraban con cava y cohetes la decisión judicial, mientras que los allegados al sacerdote recogían firmas para solicitar que se anulara la condena.