El actor cordobés Fernando Tejero no es un pregonero al uso. Ayer lloró a puchero vivo, hizo reír a los asistentes y recibió gritos y jaleos cuando pronunciaba en Caballerizas Reales el pregón de las fiestas de primavera de Córdoba. Antes y después tuvo que firmar cientos de autógrafos, hacerse fotos con sus admiradores y demostrar que la fama no se le ha subido a la cabeza y que sigue siendo el hijo de un pescadero de Cañero que no se cree su propio éxito.

Por eso no sonó en absoluto prepotente cuando entre bromas dijo que "hace siete años estaba vendiendo pescado para Córdoba y ahora estoy aquí pregonando sus fiestas, le he dado un Goya y, como aprenda inglés, le doy también un Oscar, seguro. Voy a echar a Antonio Banderas a los albañiles".

ELOGIOS DE LA ALCALDESA Tejero acabó riendo, pero las palabras de la alcaldesa y la emoción del momento le hicieron romperse en sollozos cuando subió al atril a pronunciar su discurso. Rosa Aguilar dijo en la presentación que Tejero, "como la primavera, ha surgido de pronto con fuerza imparable, con su arte y su profesionalidad ha llevado a Córdoba a todas las pantallas españolas". Aguilar señaló que en Tejero "se fotografía Córdoba porque es una persona generosa, solidaria, sensible", y dijo que con su sencillez interpretativa convierte "el más pequeño papel en una obra de arte".

Tejero no pudo reprimir las lágrimas y aseguró que "no recuerdo un momento tan emocionante, ni siquiera el del Goya". El actor comentó que lo que más echa de menos "son mis amigos y Córdoba, esta Córdoba siempre alegre, misteriosa y hospitalaria que alcanza su paroxismo con la primavera. Esta Córdoba y mayo, unidos como dos adolescentes que se aman".

Tejero enumeró las principales fiestas de mayo y volvió al despertar las risas al decir "¡y qué programa de festejos, un poquito de por favor!", su frase emblemática en la serie Aquí no hay quien viva , de Antena 3. El actor terminó la parte de su pregón más ortodoxa con unos versos de una canción de Joaquín Sabina, "que describen lo que yo siento por Córdoba": "Incluso en estos tiempos, veloces como un Cadillac sin frenos, todos los días tienen un minuto en que cierro los ojos y disfruto echándote de menos. Incluso en estos tiempos de aprender a vivir sin esperarte, todos los días tengo recaídas y, aunque quiera olvidar, no se me olvida que no puedo olvidarte".

Después improvisó recordando que un mes de mayo, hace cinco años, tuvo que dejar "mi Córdoba del alma" para irse a Madrid a "buscarme la vida como actor", y también la primera feria que no pudo vivir aquí porque los exámenes finales de Arte Dramático se lo impidieron: "Pasé con el Secorbus por la feria, la estaban desmontando y me pegué una jartá de llorar". Para terminar pidió a los presentes "que disfrutéis de Córdoba no sólo en mayo, sino todos los días, porque es una ciudad para disfrutarla cada segundo".