A Izquierda Unida (IU) le han salido caras las últimas elecciones generales. Caras, porque cada escaño de los cinco que ha obtenido en el Congreso, le ha costado a la organización 253.906 votos (así es la Ley D´Hont, que le ha dado escaños con 70.000 votos a partidos nacionalistas), y caras también porque los resultados están removiendo de nuevo un poso de crítica interna que se pregunta cómo es posible que la coalición esté perdiendo el tren del siglo XXI en cuanto a su implantación en la sociedad y se deje percibir como una fuerza más anclada en el pasado que en el futuro.

¿Dónde están los votos conseguidos por IU en las últimas elecciones municipales de Córdoba? La organización, que no consiguió sacar adelante el escaño cordobés que ostentaba en el Congreso Luis Carlos Rejón, no contó con sus colegas del Ayuntamiento para la campaña, en la que Rosa Aguilar tuvo sólo fugaces apariciones en la provincia y en uno de los dos actos celebrados por el coordinador general, Gaspar Llamazares, en Córdoba. Ahora, cuando IU a duras penas va poder formar grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados, la alcaldesa ha dado la alerta ante la comisión permanente de la federación de izquierdas y ha pedido una renovación que frene el camino de IU hacia la marginalidad política.

Aguilar se ha convertido, con la fuerza de los votos, en el referente más sólido que tiene ahora IU. Llamazares la colocó en su dirección federal detrás del secretario general del PCE, Francisco Frutos, y desde ese puesto se ha permitido lanzar una alerta de la que no se vislumbra si tendrá eco. Es posible que el respaldo electoral obtenido por IU en Córdoba en las pasadas municipales sea una renta exclusiva de Rosa, en la línea de la que obtuvo Herminio Trigo y siguiendo la estela de la revolución electoral protagonizada por Julio Anguita en aquel tiempo del califato rojo. Pero, en cualquier caso, tiene una indudable fuerza que la respalda y le da autoridad para hablar.

Y Aguilar se expresa con dureza. Para la alcaldesa, IU no puede seguir siendo la marca con la que el PCE acude a las urnas, un revolutum de organizaciones en el que, a la hora de la verdad (el reparto del poder) se mida la bolsa de votos que cada familia aporta, y que en función de eso se haga la oferta al elector. ¿Dónde están, se pregunta Aguilar en conversación con este periódico, esos intelectuales, esas clases medias y profesionales que se acercan a la organización de izquierdas, esos movimientos sociales, pacifistas, ecologistas... Que encuentran un espacio ideológico en el proyecto de IU? El PCE los fagocita y los diluye, viene a ser más o menos su respuesta.

Rosa Aguilar ha propuesto una refundación de IU desde posturas de mayor generosidad del PCE para que la organización sea más creíble y aglutine, como era su propósito inicial, todos esos movimientos que surgen de manera espontánea de una sociedad que va por delante de sus partidos políticos. Es consciente de que IU no está planteada como fuerza mayoritaria, pero también defiende que su fuerza social merecería un grupo más numeroso en los parlamentos e instituciones.

¿No liderará el cambio?

El fenómeno de las últimas elecciones ha traído a IU la satisfacción del cambio de gobierno, pero a costa de ver reducida a la mitad su propia presencia. Tras los iniciales análisis optimistas tendrá que llegar una importante reestructuración interna, de la que, curiosamente, parece que la alcaldesa de Córdoba no tiene interés en convertirse en líder. Y si no se produce esa renovación, la fuga de pesos pesados de IU puede ser importante. Si no, al tiempo.