La diferencia entre un bulbo y un fruto o el modo de construir un semillero son algunas de las cosas que los alumnos del colegio Torre de la Malmuerta tuvieron la oportunidad de conocer ayer de primera mano gracias a su visita al Vivero Municipal de Tejavana y su participación en el programa Un huerto en mi ciudad , puesto en marcha por el Ayuntamiento.

Bajo la supervisión de sus profesores y profesionales del Vivero, cincuenta alumnos de tercero y cuarto de Primaria cambiaron por un día libros y lápices por herramientas, abonos y semillas. Cuidadosamente todos fueron trabajando en la construcción de su semillero. Primero, con una capa de estiércol, luego con una de sustrato y, finalmente, repartiendo los distintos tipos de semillas, de forma uniforme, para que no queden zonas ni saturadas ni despobladas, y rotulando las áreas ocupadas por cada especie, eso sí, todo desde una filosofía totalmente ecológica, empezando por el envase utilizado, una caja de pescado que habían recogido en el mercado.

En su siguiente visita estos aprendices de agricultor prepararán el terreno donde posteriormente transplantarán las semillas sembradas ayer. El capataz del Vivero, Francisco Expósito, ya ha dispuesto doce parcelas para ello, una por cada centro educativo que participa en el programa. Por su parte, los estudiantes ya saben que tienen que cavar, escardar y regar y que sólo de ellos depende que en la tercera expedición puedan degustar unas ricas patatas, tomates, espinacas, lechugas, pimientos o berenjenas.

Para José Granados, uno de los encargados de supervisar el trabajo de los pequeños, todo eran preguntas. Según este biólogo, "ésta es la mejor forma de que conozcan de dónde salen los alimentos y por qué, los problemas que pueden aparecer durante el proceso y de conseguir su concienciación desde un punto de vista medioambiental".

Los alumnos también realizarán a lo largo de este curso un calendario del huerto, en el que reflejarán la fecha de la plantación, el tipo de semilla utilizada y la evolución de cada planta.

Algunas madres tampoco quisieron perderse el que para muchos niños resultó su primer contacto con materias primas y que para ellas, como Isabel María, constituyó "una experiencia enriquecedora que nos puede venir bien a todos".

Tras una dura jornada de trabajo, la mayoría da aprobado en el examen. Celia y María, "que sólo conocían las plantas por los libros", saben definir perfectamente la tipología de cada una de las semillas que han utilizado, y Anabel, "que ya sabía un poco", reconoce que José, Francisco y sus compañeros le han enseñado mucho más.