Las contradicciones que existen sobre la muerte del guardia civil cordobés Antonio Jesús Luque Baena aumentan a raíz de tener conocimiento la familia de un informe pericial de criminalística, un documento que se había despistado entre los papeles del sumario. Fechado el 18 de marzo de este año --casi seis meses después de que se produjera el fallecimiento del joven guardia en Torrevieja--, los autores de esta investigación plantean varias dudas sobre el supuesto suicidio del agente con arma de fuego semiautomática.

Con el fin de determinar la existencia de residuos de disparo, los peritos tomaron cuatro muestras: de la palma de la mano derecha del cadáver; del dorso y espacios interdigitales de la mano derecha; de la palma, dorso y espacios entre los dedos de la izquierda, y del casquillo percutido SB, del calibre 9 milímetros Parabellum fabricado en 1996.

POCA CANTIDAD El resultado de los peritos es que detectaron "una partícula específica de la detonación de un fulminante de composición similar a la del casquillo". Hasta aquí, todo normal. Pero, sigue el informe, "nos llama la atención el escaso número de partículas detectadas (características o específicas) dada la naturaleza del hecho (supuesto suicido), tipo de arma empleada (corta semiautomática), localización (interior de una vivienda) y precauciones tomadas (protección de zonas de interés). De todo ello se infiere que las zonas de interés han podido ser limpiadas".

Este análisis viene a confirmar las sospechas de la familia Luque Baena de que ha habido manipulación y ocultación de pruebas. Las divergencias se acentúan entre el informe elaborado por la primera patrulla de la Benemérita que se personó en el lugar de los hechos y el atestado que se levantó en la inspección ocular. Los primeros dijeron que el cadáver tenía "las manos sobre las piernas, ligeramente inclinado a su derecha", mientras que los segundos describen que "ambos brazos los tiene semiflexionados, con las manos y antebrazos descansando sobre la zona del estómago". Este último grupo añade que "sobre el estómago del finado, bajo la mano izquierda, con la empuñadura hacia arriba, al lado del antebrazo derecho y el cañón hacia abajo, hay una pistola".

El guardia civil Luque, de 19 años de edad, fue encontrado muerto la noche del 14 de septiembre del 2002 en el piso que compartía con un compañero en Torrevieja (Alicante), donde había sido requerido para trabajar en la operación verano. Aquel era su último día de servicio --tenía destino en Villafranca-- y sus compañeros habían preparado una fiesta de despedida. El joven había hablado con su familia ese mismo día sobre los preparativos de su regreso a Córdoba.