Mañana será un día de trajín en los hogares cordobeses. Los colegios abren sus puertas a un nuevo curso y más de 122.000 alumnos se encontrarán de nuevo con sus compañeros, sus maestros y sus aulas.

Pero para que ello sea posible, en los días previos sus padres han tenido que preocuparse de tenerlo todo preparado. Por eso, ayer sábado no eran pocos los que se apresuraron a desplazarse a librerías, grandes almacenes o tiendas de ropa o calzado para acabar de equipar a sus vástagos de cara a este nuevo periplo escolar que llenará de algarabía matinal las calles.

A la hora de comprar el material escolar las costumbres han ido cambiando, al tiempo que lo ha hecho la configuración de la estructura comercial de las ciudades. Así, con el paso de los años las librerías y papelerías de los barrios ven como no es poca la competencia que les ha surgido y no sólo por los precios, sino por las prestaciones y por aquello de buscar la comodidad, pues si antes cada familia hacía sus compras escolares en dichos establecimientos de barrio, en la actualidad, cada vez son más los que acuden a las grandes superficies a hacerlo. Sobre todo porque las grandes campañas de publicidad por éstas desplegadas surten efecto y los padres suelen acudir al reclamo de las facilidades de pago, los porcentajes máximos de descuento u otros aspectos como el hecho de que entrando a una gran superficie y sin salir del mismo lugar se puede hacer uno con el lote completo, desde la mochila a los zapatos y desde el uniforme a los libros de texto o las libretas.

Así, para las tradicionales papelerías y librerías queda poco margen de movimiento, salvo el de ofrecer un servicio mucho más personalizado y la garantía que da el conocer al cliente de toda la vida. Y es que en lo que se refiere a competencia, en los últimos años también se han incorporado unos nuevos establecimientos, que aunque pequeños, también son muy visitados.

Se trata de los conocidos ´Todo a cien´, hoy llamados ´Todo desde 0,60´, donde alumnos y progenitores se pueden hacer de material fungible (folios, libretas, lápices, ceras, rotuladores, etcétera) a unos precios algo más bajos. Algo que no impide que el gasto final haga de septiembre la segunda cuesta del año. Todo sea por la educación de nuestros pequeños.