Los cuatro atracadores que ayer asaltaron la joyería Juan Isidro , en plena plaza de Las Tendillas, lograron hacerse en aproximadamente un minuto con más de medio millón de euros en joyas (entre ochenta y cien millones de pesetas, estimaron los propietarios), en un espectacular atraco a mano armada ocurrido sobre las 20.30 horas, tras el que escaparon en cuatro direcciones distintas con otras tantas bolsas cargadas de valiosas piezas, alguna de ellas de más de 36.000 euros (unos seis millones de pesetas).

Según informaron los trabajadores de la empresa y su propietario, Juan Isidro Pérez, los asaltantes, vestidos informalmente como turistas, inmovilizaron por el cuello a la empleada que abrió la puerta y uno de ellos apuntó al hijo del propietario, José Luis Pérez, con un revólver. Otros dos de los asaltantes portaban una pesada maza de madera y un hacha. Tras romper los expositores, y en apenas segundos, los atracadores llenaron las bolsas que portaban cada uno y se dispersaron por las calles adyacentes.

Si rápido fue el atraco, tampoco la reacción de la Policía Nacional se quedó corta. Segundos después de salir los atracadores del local y diseminarse por las calles cercanas en una acción perfectamente planificada, estiman expertos policiales, los agentes lograron capturar a dos de los cuatro sospechosos, uno de ellos en la calle Conde de Robledo y el otro en Claudio Marcelo. Los asaltantes, nacidos en una república de la antigua Unión Soviética (según algunas fuentes, estonios), ya habían escondido las bolsas con las joyas cuando fueron capturados, aunque, posteriormente, la Policía las recuperó, informó ayer el comisario provincial de la Policía Nacional, Federico Cabello de Alba, que pocos minutos después del asalto se personó en la joyería y dirigió desde allí la operación.

Según explicó Cabello de Alba, esta rápida reacción policial, que fue facilitada por la colaboración ciudadana de numerosos ciudadanos que alertaban a los agentes al paso de los sospechosos, es el método para frenar este tipo de atraco, que se basa en la rapidez y la brutalidad como única forma de burlar la habitual seguridad de una joyería.

La Policía Nacional recogió los testimonios, las huellas y las muestras de sangre (uno de los atracadores se cortó al reventar los cristales de los grandes expositores) en tiempo récord, una hora después del atraco. También servirá como prueba la grabación de las cámaras de vigilancia de la joyería, que captaron todo el asalto.