¿Cómo se siente en su flamante cargo?

-- Con una gran responsabilidad, ya que aunamos a 130 empresarias de Córdoba, a las que no podemos defraudar. Y menos cuando la Unión empieza a funcionar con mucho trabajo por delante.

¿Ha costado unir las dos asociaciones?

-- Lo cierto es que ambas asociaciones estaban unidas desde el año 2000, pero por diversas circunstancias la Unión no había echado a andar hasta hace unos días. Hemos mantenido conversaciones desde octubre para poner en marcha la organización, porque hay en cartera proyectos de ámbito andaluz y no podíamos quedarnos al margen. En temas de mujer hay que unir voluntades y voces, y no funcionar disgregando energías y trabajando cada una en un sentido, sino que tenemos que ir de la mano y con una sola voluntad.

¿Esta unión fortalece la posición de la mujer empresaria en la sociedad?

-- No sólo a nivel cordobés, sino andaluz. Las distintas instituciones empresariales andaluzas vamos a figurar con una sola voz, voluntad e idea y con un solo camino, lo cual es importante para Córdoba, puesto que en otras provincias andaluzas ya se había conseguido.

Por cierto, ¿qué hace una licenciada en Historia metida a empresaria?

-- Desgraciadamente, no es el único caso y no se basa más que en una operación de reciclaje. La mujer cuando quiere incorporarse al mercado laboral, teniendo la misma formación y habiéndola compartido con el hombre, tiene más dificultades para acceder al trabajo. Y tenemos que optar por el autoempleo y el reciclaje.

¿Esta organización se entiende como un reto frente al empresariado masculino?

-- Yo lo enfocaría aludiendo al viejo axioma de que detrás de la vida de un gran hombre hay siempre una mujer. Yo diría que al lado de un gran hombre siempre hay una gran mujer, porque lo que queremos es estar al lado del hombre. Ni enfrente, ni en contra, ni arriba, ni abajo, sino a su lado, luchando con él y caminando juntos. Ni más ni menos.

¿Por qué no hay más mujeres empresarias?

-- Es complicado. Primero, creo que falta mucha orientación a nivel universitario. Antes, los capataces iban a la plaza del pueblo a ver quién les contrataba, pues con los universitarios pasa lo mismo. Ahora acaban la carrera y van a apuntarse a la oficina del INEM. Hay que orientar en la universidad hacia el autoempleo y la formación empresarial.

La mujer recibe menos apoyos en temas de financiación. ¿Quizá se confía menos en su capacidad de gestión?

-- Lamentablemente, sí. La mujer sigue entrando en una entidad financiera con un magnífico proyecto empresarial bajo el brazo y con un plan de viabilidad perfecto y no se le concede financiación. Siempre se ha entendido que el empresario es el hombre e incluso a nivel familiar la mujer se encuentra que cuando se ha tenido que valorar el patrimonio familiar para que el hombre cree su empresa y salga adelante, cuando es la mujer la que quiere crear la empresa, el hombre se muestra reticente a darle su firma y apoyo financiero. Las entidades bancarias tienen que cambiar de mentalidad y empezar a apoyar las ideas, sin basarse en el patrimonio ni los avales. Estoy segura que si Bill Gates hubiera sido español, ahora no tendríamos pcs.

El modelo empresarial femenino ¿está por definir?

-- Creo que la mujer cuando empieza a funcionar se adapta al modelo masculino establecido. Pero, poco a poco, nos vamos peculiarizando y adquiriendo nuestras propias singularidades. Cuando una mujer tiene que conciliar su vida laboral y familiar es mucho más fácil ser su propia jefa. Estamos defendiendo un modelo diferente que habrá que adaptar a lo que es la mujer empresaria.