Con la serenidad del que visualiza la realidad en un equilibrio sostenible, en el que predomine una relación entre los países norte--sur que elimine las desigualdades en lugar de acrecentarlas, este profesor del área de Economía Aplicada de ETEA, experto en economía agraria, sabe que sus análisis pueden romper las estructuras solidificadas de muchos agricultores, consolidadas y reforzadas con la Política Agraria Común (PAC). Lejos de criticar y denostar las propuestas de la Comisión Europea, José Juan Romero considera que la actual política agraria es insostenible y requiere profundos cambios.

En el libro ´Los efectos de la Política Agraria Europea: un análisis crítico´ concluía que había que esperar a la última propuesta de la Comisión Europea para observar hacia dónde se dirigiría la Política Agraria Común (PAC), hacia una agricultura multifuncional o hacia otra productivista e intensiva. ¿Cómo se ha decantado la balanza al final?

--La impresión que da es que la primera de las alternativas se va imponiendo poco a poco, es decir, una política que obliga al mundo rural europeo a cumplir los distintos objetivos que le competen, que son multifuncionales, y que no son únicamente productivistas. Desde mi punto de vista las reformas van en la línea adecuada y no en la línea de provocar un intensivismo que cause graves problemas internos (medioambiental, alimentario, ...) y externos (con perjuicios para terceros países).

Pero, ¿qué efectos tendrán en la agricultura española?

--La propuesta de Fischler, desde mi punto de vista, va en buena dirección, aunque puede ser perjudicial para muchos agricultores españoles y cordobeses. Pero, a mi juicio, no queda más remedio que ir en esta línea. En el horizonte hay dos o tres retos a los que la Unión Europea no se puede sustraer. Por un lado, el mercado mundial. EEUU acusa hipócritamente a la UE de los efectos de las exportaciones agrarias subvencionadas a los países pobres, lo que es incierto, porque quien se debería aplicar las acusaciones es EEUU. Por otro, la ampliación de la UE.

¿Cómo influirá este aspecto?

--La ampliación de la UE también incide en la nueva propuesta de la PAC. Queramos o no a partir del año que viene habrá una serie de países, que son básicamente agrarios, que tienen derecho a la protección, como la tuvo España cuando entró en el año 86. Si no hay una ampliación del presupuesto, y no la va a haber, necesariamente van a consumir una parte de los recursos comunes de la UE porque ellos aportarán menos de lo que se llevarán. Y eso va a perjudicar a países como España. Eso lo tenemos que aceptar. También hay razones internas poderosísimas, como es que los contribuyentes consideran que el gasto agrario tiene que justificarse por algo que no sea negativo para el conjunto de la sociedad. La política agraria comunitaria fue víctima de su éxito, es decir, llegó a producir tanto y tan bien que sobraba. Eso ha implicado un coste desde el punto de vista financiero, que ha perjudicado el medio ambiente, ha provocado crisis alimentarias y también una gran desigualdad en el reparto de esos fondos, recibiendo más dinero los que más producían. Eso es lo que hace que sea irreversible la reforma de la PAC. Ahora mismo la marea va hacia la multifuncionalidad, la redistribución de las ayudas, la orientación hacia los países del Este y la disminución de las subvenciones a las exportaciones.

Entonces, parece un poco contradictoria la postura que ha seguido en los últimos años el Gobierno de Bush en Estados Unidos, al proteger al máximo sus producciones agrarias.

--EEUU es un país hipócrita y la Unión Europea también. Pero la UE son quince países y ha hecho una política solidaria hacia el interior. EEUU, por ejemplo, no financia la agricultura mexicana, a pesar de que tiene un acuerdo de libre comercio con México. No obstante, Europa no debe ser ingenua.

¿Cómo valora la oposición del Gobierno español?

--Creo que pretende defender el montante global de lo que España recibe. Esto equivale a defender a los grandes agricultores, que son los principales receptores de ayudas y, por tanto, se opone a las reformas que están en discusión. Mi duda es si el Gobierno fuera del PSOE sería capaz de no oponerse y de echarse enfrente a los grandes agricultores, que son los que producen el 70 u 80 por ciento de la producción final agraria española. Si yo fuera ministro defendería los intereses de los más pequeños y de los países pobres. Desgraciadamente, el ministro de Agricultura no está para eso, pero es su problema. Cuando me dicen, ¿tú que harías si fueras ministro? Siempre digo: dimitir.

Desde algunas organizaciones agrarias se propone el apoyo para los grandes agricultores, que son los que pueden competir.

--Eso es verdad. Los únicos competitivos son los grandes y en eso se están preparando, aunque no tanto como debieran. Los grandes agricultores franceses han tomado muchas más medidas para prepararse para una agricultura desprotegida. En España los grandes agricultores tienen mucho por hacer. Y no es que pretenda que la agricultura deje de ser moderna y que los costes de producción se disparen. El pequeño y mediano agricultor puede ser competitivo en determinadas producciones, pero en cereales y proteaginosas no hay nada que hacer. Hay que defender a los pequeños y medianos agricultores por otros motivos, no porque sean competitivos. Los agricultores tienen derecho a vivir en el campo, del campo. El mundo rural no puede despoblarse y para eso hay que mantener agricultores, no sólo peluqueros y sacristanes. Hay que mantener agricultores que cuiden del campo y hay que pagarles más. Las subvenciones no son renta suficiente para sobrevivir en el campo. Si desaparecen sería gravísimo para el tejido social, para el paisaje y para el medio ambiente, que necesita de los pequeños y medianos agricultores, como también de los grandes, que son los competitivos.

¿Han aprovechado los grandes agricultores las subvenciones recibidas de la UE?

--Mis dudas son si los grandes agricultores españoles están preparándose suficientemente para afrontar la competencia. La impresión que tenemos, con los estudios que hemos hecho, es que no. Los agricultores de Córdoba, están en desventaja con los de la Europa del centro, porque estos tienen mejores condiciones climatológicas. Nosotros tenemos ventajas por costes salariales, pero nuestro clima es menos bondadoso. Por eso decimos, no menos PAC, mejor PAC y PAC