Finaliza un intenso ´combate´ contra el fuel

Para algunos fue su primera expedición, pero aunque después se sucedan otras más seguro que ésta se les habrá quedado muy bien grabada en la memoria. 600 militares de la Brigada de Infantería Mecanizada Guzmán el Bueno X, dirigidos por el teniente coronel Manuel Landáburu, regresaron ayer de modo escalonado de la misión de apoyo que han protagonizado junto a autoridades civiles desde el pasado 17 de diciembre en Galicia. En la puerta de la base de Cerro Muriano sus familiares les esperaban ansiosos de hacerles llegar el abrazo que no les pudieron dar en Nochebuena.

Después de días de duro trabajo en las playas de Noia, Portosín, Carnota y Ribeira, entre otras, ha llegado la hora de un merecido descanso, "aunque no me importaría repetir, ya que muchos estábamos deseando ir allí", señaló el soldado Rafael Serrano Muñoz, natural de Sevilla, a su llegada. El próximo 3 de enero partirá hacia la comunidad gallega un segundo contingente, en principio formado por unos 450 militares, pero sin destino aún conocido.

UNA COMUNIDAD UNIDA

"Los gallegos, debido a la catástrofe del Prestige , están más unidos que nunca ante el sufrimiento. Se trata de la primera vez que nos hemos enfrentado a una tragedia económica, ya que hasta ahora en anteriores misiones, como en Kosovo, se ha luchado por salvar vidas", indicó el comandante Juan Carlos Fernández Ceballos, integrante de la expedición que acaba de regresar.

Repartidos en destacamentos afincados en varias poblaciones, los soldados han sentido el calor del pueblo gallego, agradecido por la colaboración que les está llegando desde diferentes puntos del país. "En una ocasión incluso un matrimonio nos quiso invitar a comer", destacó el soldado Cabello, de Córdoba, mientras que la soldado Martos Vela recordó las gracias transmitidas en el aeropuerto ayer durante su partida. Las jornadas de trabajo han sido tan intensas que los nueve días de misión se han pasado muy rápido, con sólo un momento más nostálgico, la Nochebuena, que aunque no compartida con la familia, sí lo fue con todos los militares protagonistas de la expedición, que pudieron saborear un buen solomillo a la pimienta y el tradicional turrón.

La soldado Martos Vela, natural de Jaén, detalló que cualquier jornada de trabajo, incluida la Navidad, arrancaba entre las nueve y las diez de la mañana, y después terminaba algunos días sobre las cinco o las seis de la tarde. "El trabajo en la playa de Corneta fue uno de los más intensos, mientras que en Ribeira era lento porque había que quitar el fuel de la arena", precisó esta joven, que añadió que el momento más duro de la misión fue "saber que a partir del día 26 no íbamos a seguir trabajando en este lugar. Me impresionó mucho ver a una joven que desde la mañana estaba allí limpiando sin comer y que se puso a llorar cuando vio aparecer una mancha de petróleo".

Esta soldado manifestó que "al principio nos llevaron a playas donde no había voluntarios, excepto los dos últimos días. Te da la impresión de que no haces nada, pero te satisface al final saber que has conseguido recoger 195 toneladas de fuel".

El soldado Cabello comentó que a la gente se le notaba muy afectada, "por eso no importaba el trabajo", resaltó el teniente Crespo Rodríguez. La magnitud de la catástrofe sobrepasa ya las fronteras del país, pero Rafael Serrano apuntó que "en algunas playas se ha magnificado, lo que no resta gravedad a esta tragedia".