El caso Bio Bac ha generado multitud de reacciones en la capital cordobesa, desde el apoyo más incondicional a la familia Chacón hasta los reproches sociales por lo que en la calle se califica de "otro timo más". La finalización de la operación Brujo desarrollada por la Guardia Civil y en la que han sido detenidas 23 personas, de las que ya ha sido encarcelado el cordobés Rafael Chacón Pavón como presunto cabecilla de la organización, no ha hecho esperar la reacción del Colegio Oficial de Médicos de Córdoba.

En una comparecencia que efectuaron ayer el presidente de este organismo, Jesús Aguirre, y el secretario general del colegio, Serafín Romero, se asemejaron los medicamentos ilegales Bio-Bac e Inmunobiol con los que despachan los curanderos. "No existe ninguna diferencia entre esto (por el caso Bio-Bac ) y el curanderismo", señaló Aguirre. Añadió que "los videntes hacen casi el mismo daño".

El Colegio de Médicos ya ha anunciado que se personará en el procedimiento judicial que se abra por este caso y ha explicado que fue este organismo el que primero puso en conocimiento de las autoridades sanitarias las sospechas de que los productos citados estaban siendo distribuidos sin autorización. Aguirre expuso que los primeros movimientos se realizaron cuando el oncólogo del hospital Reina Sofía Antonio García García alertó de que le habían llegado varios pacientes con fotocopias de prospectos de Bio-Bac . El Colegio de Médicos relacionó inmediatamente este fármaco con el que en su día fabricó desde la farmacia El Globo Fernando Chacón Mejías con el nombre de Autovacuna para la inmunoterapia específica de las enfermedades producidas por enzimas vivientes y que fue vetada por Sanidad.

Ahora Aguirre certifica que la composición de Bio-Bac es inocua, que no tiene efectos positivos ni negativos para la salud y que "gracias a Dios no conlleva efectos secundarios". El presidente de los médicos señaló que Bio-Bac es "un fraude y un engaño". Aunque no supo cuantificar el coste económico que habría supuesto, sí dijo que se trata de un "grave fraude moral" no sólo porque se estaban dando "falsas esperanzas a enfermos terminales", sino también porque muchos abandonaron sus tratamientos convencionales.