España, la ruta del misterio

UNA SECCIÓN COORDINADA POR José Manuel Morales

«Se cuenta que en esta misteriosa gruta se oculta un tesoro árabe. También se dice que en su interior se hallaron varios tesoros arqueológicos. De lo que apenas se habla es de que la propia cueva en sí misma es un tesoro para la Humanidad»


La Cueva del Tesoro, en el municipio malagueño de Rincón de la Victoria, es una auténtica maravilla por diferentes motivos. A nivel geológico, es la única gruta de origen marino visitable de Europa, y solo existen otras dos en todo el mundo. Su interior ha sido horadado por el paso del agua a lo largo de millones de años, lo que le ha otorgado formas muy caprichosas, como si hubieran sido realizadas con martillo y cincel. En el aspecto arqueológico, fue habitada por el hombre paleolítico hace ahora 30.000 años, habiéndose hallado en su interior vasijas, pulseras, pinturas rupestres e incluso zonas de enterramiento. Por si fuera poco, en el plano histórico no se queda atrás, ya que fueron muchos los buscadores de tesoros que en los siglos XVIII y XIX intentaron localizar fortunas en su interior, dejando allí su impronta.

El nombre por el que es principalmente conocida, Cueva del Tesoro, se debe a la leyenda de un tesoro escondido en sus conductos en el siglo XII a manos de cinco reyes almorávides, enviados a las costas malagueñas por el emperador Tasufín Ibn Alí. Cuentan que los esclavos que participaron en el proceso fueron asesinados para evitar que descubrieran su emplazamiento secreto. Nadie hasta el momento lo ha localizado, aunque se han encontrado algunas monedas almorávides y un candil, hallazgos que alimentan la tradición. Cuando a mediados del siglo XX Manuel Laza Palacio se convirtió en dueño de la cueva, al recibirla como regalo por parte de su tío, descubrió un hito de gran importancia histórica. Al eliminar la tierra de un sector, salió a la luz uno de los tres santuarios prehistóricos del sur de la península, el de Noctiluca, diosa de la Luna, la feminidad y la fertilidad. El santuario en la actualidad, con un altar bicorne, es considerado un lugar de poder donde algunos aseguran haber alcanzado estados alterados de conciencia.

Una de las galerías de la cueva. J. M. Morales

A pesar de todo lo anterior, a nivel popular, el elemento más conocido de la cueva es su fantasma. Cuentan las crónicas que a principios del siglo XIX un buscador de tesoros suizo llamado Antonio de la Nari hizo de la cueva su hogar durante treinta años, falleciendo a causa de un derrumbe por la explosión accidental de un barreno de dinamita. Desde el momento de su muerte en 1847, los venteros de la zona comenzaron a ver su espíritu deambular por los cantales del entorno. A día de hoy, su alma sigue percibiéndose dentro de la cueva, habiendo sido avistada por numerosos visitantes y empleados. Todos hablan de un hombre de aspecto tosco, con una profusa barba blanca, que suele aparecerse de cintura para arriba cerca del lugar donde perdió la vida.

(*) Guía de Rutas Misteriosas en Málaga.

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[Aquí puede leer la serie la Córdoba misteriosa]