La astrofísica Begoña Vila lleva quince años trabajado en el telescopio espacial James Webb, lanzado el pasado día de Navidad. Un tiempo vivido «al límite» en cada momento, tanto en las complicaciones surgidas durante el camino, como en las alegrías. Vila (Vigo, 1963), ingeniera jefa de sistemas del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la agencia espacial estadounidense, fue además la encargada de conducir la retransmisión en directo y el programa especial de la Nasa en castellano durante el lanzamiento del mayor y más sofisticado telescopio enviado al espacio.

El James Webb viaja hacia su ubicación final, el punto Langrange 2, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, y ha realizado la complicada operación de despliegue (por su tamaño tuvo que ir doblado en un cohete Ariane 5), pero aún hay que calibrar y poner a punto sus espejos e instrumentos.

El periodo desde el lanzamiento hasta la llegada a su destino final, tiempo en el que se realizan las operaciones más críticas, ha sido bautizado por la Nasa como «29 días al límite», una expresión que Vila sabe bien lo que significa. Estos años, «desde el principio, han sido al límite en cada momento», dice en una entrevista virtual con Efe. Hubo «momentos duros, cosas que no salen como esperas a la primera» y que hay que «pensar de otra manera», incluso noches sin dormir. Cuando te encuentras con esos retos son «siempre momentos difíciles», pero también «te dan energía, buscas la causa y cómo solucionarlo».

Aunque «tienes también momentos muy alegres. La satisfacción de todos cuando has tenido un reto y sabes que lo has solucionado es también un momento límite en el otro extremo». Ahora, Vila señala que están viviendo «momentos muy felices», una vez que el telescopio ya se ha desplegado. Una operación que incluía momentos críticos, como el despliegue del parasol, que si iban mal podían suponer la pérdida de la misión.

«A medida que vamos hacia adelante tenemos más planes b», si algo no saliera bien hay formas de que funcione, «aunque no sea tan perfecto, aunque esperemos que lo sea».

La ingeniera empezó a trabajar en el James Webb en Canadá, socio junto a la Nasa y la Agencia Espacial Europea (ESA) en este telescopio, para después ser fichada por la agencia estadounidense. Son quince años implicada en el proyecto, la mitad del tiempo que ha supuesto su concepción, creación y lanzamiento.

El James Webb partió al espacio desde la Guayana francesa el día de Navidad, lo que fue «un buen regalo» para todos. Un momento que ella contó en castellano en el canal de internet de la Nasa. «Estuve tan orgullosa y tan contenta de que pensaran en mí», recuerda. Para Vila, fue «muy especial» encargarse de aquel programa, sobre todo teniendo a su madre y hermanos en España y a sus hijos en Canadá. «Sé que lo estaban viendo y era, un poquito, compartir la Navidad con ellos».

Una vez que el telescopio está en el espacio, el trabajo sigue y Vila está en el equipo de comisión, encargado de seguir un proceso de seis meses para encender sus cuatro instrumentos, comprobar que funciona y están a punto. En ese tiempo, «sabemos que vamos a tener retos que nos van a mantener bastantes ocupados», dice Vila, que será una de las encargadas de la sala donde se realizan esas operaciones y, además se ocupará del instrumento de guía, que mantiene el observatorio fijo, «es como cuando vas a hacer una foto, es el que hace que no se te mueva la cámara».

A los seis meses estarán las primeras observaciones hechas con todos los instrumentos y que «van a demostrar lo que (James Webb) puede hacer», explica la ingeniera de la Nasa, quien considera que «van a ser increíbles».

Todos están esperando esas primeras imágenes y, aunque «quizás tenemos una idea de cómo van a ser esas galaxias, esos planetas y estrellas, creo que no lo sabemos. Para mí va a ser muy emocionante, como algunas de las imágenes que tuvimos del (telescopio) Hubble, que fueron increíbles».

Además, considera que encontrarán cosas «inesperadas», porque «siempre que miras algo de forma distinta tienes alguna sorpresa y eso nos ayuda a darnos cuenta de que no sabemos tanto como creemos que sabemos».

James Webb será capaz de mirar atrás en el tiempo, hasta el momento en que se formaron las primeras galaxias, además podrá descubrir nuevos exoplanetas e identificar su composición química. «Para mí son cosas muy interesantes de conocer las respuestas».

El recorrido desde su Vigo natal ha sido largo, pasando por la carrera de Física y la especialidad de Astronomía entre Santiago de Compostela y Tenerife, de ahí a Inglaterra a la empresa privada hasta llegar primero a Canadá y luego a Estados Unidos con el James Webb. «He trabajado mucho y lo sigo haciendo, siguiendo hacia adelante, buscando oportunidades», porque «no hay que tener miedo al cambio cuando surge la oportunidad» y hay que «intentar siempre lo mejor».