La explanada del aulario 4 del campus cordobés de la Universidad Loyola se convirtió en la tarde-noche de ayer en un espacio de celebración para unos ciento cuarenta estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, y hoy harán lo propio alrededor de 160 jóvenes estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y Ciencias Jurídicas y Políticas.

Una graduación universitaria es siempre un momento especial, importante y solemne. Pero esta ocasión ha sido también distinta. Este fue el primero de los dos actos ceremoniales de este tipo que se desarrollarán de forma presencial este año, con aforo limitado y contemplando todas las medidas de prevención del covid

El acto de ayer estuvo presidido por el secretario general de la Universidad Loyola, Pedro Pablo Pérez; el vicerrector de Investigación, Carlos García; el decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Javier Nó, y la decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Pilar Castro. 

Acto de graduación en el campus cordobés de la Universidad Loyola, con distancia de seguridad y mascarillas. MANUEL MURILLO

Durante su intervención, el decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Javier Nó, animó a los estudiantes a seguir creciendo y aprendiendo porque «el universitario es una persona inquieta, en constante búsqueda de la mejora personal y de la mejora de su sociedad. Nos cabe la esperanza, como Universidad, de haberos servido, de haber estado a vuestro lado para contagiaros y contagiarnos de la actitud, el conocimiento y el espíritu de nuestro esfuerzo por ser rigurosos, desde los valores que nos identifican, desde la tradición sólida de la Compañía de Jesús y siempre hacia metas ambiciosas en la formación, que nos permiten soñar en una idea de ser humano, en un mundo de mujeres y hombres comprometidos con la sociedad a la que pertenecen».

La alumna Estrella Mckenna pronunció el discurso en representación de las promociones y Pablo Martínez fue, el encomendado de dar lectura del Decálogo de Ética. ¡Gaudeamus Igitur