Repasemos un hito. 27 de marzo del 2021. Primer concierto multitudinario de la era covid. 5.000 espectadores -test de antígenos negativo mediante- se apiñan en el Palau Sant Jordi. Actúan los Love of Lesbian. El planeta entero sigue el experimento clínico-cultural. La emoción roza la estratosfera.

A horas de saber el resultado final de las pruebas a posteriori, artistas y programadores contienen la respiración. También Santi Balmes, el cantante de la banda, enredada esta semana en ensayos (el próximo viernes presentan su nuevo álbum, V.E.H.N).

- ¿Han puesto velas a santa Rita? ¿A santa Cecilia? ¿A alguien?

- (Ríe) No, no. Los expertos dudan de que los números sean malos. Según nos dicen, la buena noticia sería que el índice de contagio sea equiparable a la media de la gente que no fue al concierto.

- ¿Qué significa?

- Que si sale algún caso puntual, nadie podrá asegurar que el contagio se produjo dentro del Sant Jordi. La vida no acabó allí.

- Si hubiera cero contagios, ¿se tiran a las fuentes de plaza de Catalunya?

- Como mínimo me tomaré un té con toda la tranquilidad.

- Mientras, ¿ya ha bajado usted al suelo?

- (Ríe) Aún estamos en estado de shock. Después del concierto, de los abrazos y las lágrimas en el backstage, estuvimos 48 horas preguntándonos: «¿Qué cojones ha pasado?». Desde nuestra humilde posición, estábamos representando al mundo de la música. Yo respiré algo aliviado.

- ¿Aliviado por qué?

- Éramos intermediarios. Cualquier error ponía en riesgo otros conciertos en el futuro. Y ver que la gente se había comportado tan bien, que no había tenido que llamar la atención, que se habían mostrado tan receptivos, me hizo sentir muy orgulloso del público. 

- ¿Pudo disfrutar mientras cantaba?

- Sí, porque lo que veía delante era un mar de ‘cirujanos’... Todos con la mascarilla. ¿Sabe qué pensaba mientras cantaba?

- ¿«Que nadie se la quite»?

- Pensaba en dos cosas: 1/ que el bajo índice de positivos en la criba de antígenos se podía deber a que la gente se había cuidado los días previos. Se dieron cuenta de que era un momento que nos trascendía a todos nosotros. Y 2/ que muchos programadores estaban interesados en el protocolo para hacer un ‘libro de estilo’ que convenciera a las autoridades pertinentes.

- Bien. ¿Cuántas veces se preguntaron por qué fueron los elegidos para el experimento?

- Quizá éramos los que generábamos cuórum, ¿no? Sabíamos que, mediáticamente hablando, jugábamos un partido de Champions. Pero subestimamos su alcance. Salimos en todos los medios del mundo, del New York Times a Al Jazeera. Nos alucinó hacer un copy-paste en el traductor de Google de un artículo en mandarín y ver que ponía «Love of Lesbian».

- ¿En algunos países omitieron su nombre? Porque lo de ‘love of lesbian’...

- Hubo algún comentario en prensa que decía: «No es lo que os imagináis». 

- Con esta apabullante campaña publicitaria, no habrán cobrado, ¿no?

- (Ríe) Hay que tener en cuenta un factor muy importante: estábamos para lo bueno y para lo malo. Un titular podía hundir un gigantesco trabajo. Lo discutimos, lo reflexionamos, confiamos en el colchón técnico de los científicos y nos lanzamos. Y que se hiciera Barcelona, epicentro musical de Europa, reafirmó que es una ciudad valiente.

- ¿Había vivido algo tan emocionante en su vida?

- Habíamos tenido muchos momentos mágicos, pero este se ha colocado en el ‘top’ de la carrera de la banda. Ahora, nada es comparable a oír el latido del corazón de mis hijas, tum-tum-túm, en la primera ecografía. d