Durante la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno de EEUU ordenó a General Motors que fabricara aviones en lugar de coches. La pandemia nos ha regalado escenas parecidas de economía de guerra. Fábricas de vehículos convertidas en oficinas de respiradores. Sanidad privada puesta bajo el control público. Toda la industria de los visones de Dinamarca aniquilada. Andreas Malm (Fässberg, Suecia, 1977), profesor asociado de Ecología Humana de la Universidad de Lund, cree que lo mismo se necesita contra el cambio climático: suprimir la industria fósil y reemplazarla con empresas que absorban CO2. Acaba de publicar en España El murciélago y el capital. Coronavirus

¿Qué conexión ve entre la pandemia y cambio climático?

Muchas. Los bosques tropicales están cerca de un punto de no retorno por la expansión de infraestructuras en las Amazonas, África e Indonesia. Esto es catastrófico para el clima porque amplificará el calentamiento global. Y también es desastroso por el salto de las enfermedades zoonóticas a los humanos. El coronavirus no es un evento azaroso: es una tendencia. Aunque estemos sufriendo la peor recesión en muchos años, nadie está haciendo nada para ralentizar la desforestación. La pandemia es el síntoma de la crisis ecológica y volverá a ocurrir.

¿Hay otras conexiones?

La aviación, por ejemplo. Que Europa y EEUU tengan tasas de infección tan altas tiene mucho que ver con la aviación y con la densidad de los flujos de bienes. El 1% de la población mundial es responsable de buena parte de las emisiones de la aviación. También los es de la difusión de los virus.

¿Qué relación hay con el capitalismo?

El capitalismo no puede aguantar la idea de dejar a la naturaleza intacta. La compulsión interior del capitalismo es someter la naturaleza al lucro. Incluso las reservas naturales se convierten en mercancía para el ecoturismo. El caso de los visones de Dinamarca es significativo. Si dejas el capitalismo a su propio criterio, transformará toda la naturaleza en mercancía en jaulas.

¿Puede haber capitalismo sin destrucción de la naturaleza?

En teoría se puede imaginar una economía capitalista alimentada por renovables. Pero no la hemos visto nunca en la modernidad. Además, pasar de las energías fósiles a las renovables implicaría eliminar una pieza enorme del capitalismo actual: todas esas enormes empresas de petróleo, gas y carbón deberían dejar de existir. Es un reto político, esta parte de la élite capitalista es increíblemente rica. El capitalismo tiene una gran capacidad de adaptación. Pero si aboliéramos la industria de los combustibles fósiles, empezaría un proceso político que probablemente superaría el capitalismo.

¿Qué quiere decir cuando habla de ‘fascismo fósil’?

La extrema derecha es la fuerza más obstinada en negar el cambio climático y el defensor más estridente del estatus quo. Cuando la crisis climática se profundice, podríamos encontrarnos en una situación donde este sector defenderá con formas más dramáticas que todo siga igual.

¿Qué opina del Pacto Verde que impulsa la Comisión Europea?

Europa no está por la labor de desmantelar la infraestructura fósil. Las mayores fuentes individuales de emisiones son las plantas de carbón en Alemania y Polonia. Ambos países planifican mantenerlas en marcha durante décadas. A la vez se está expandiendo la infraestructura de gas natural. Berlín acaba de abrir un aeropuerto gigante.

¿Qué solución propone?

La solución es cortar la provisión de combustibles fósiles. Todas las empresas privadas de petróleo, gas y carbón se deberían nacionalizar y transformar en organizaciones dedicadas a absorber CO2. Las compañías que ya pertenecen a estados deberían seguir el mismo camino. Eso se debería acompañar con un desarrollo masivo de energías renovables. Efectivamente, abogo por la economía de guerra.