-De nuevo en el teatro y, de nuevo, representando ‘Cinco horas con Mario’. Imagino que esta vez, será diferente y, por lo que pueda pasar, hay que aprovechar

-Las circunstancias te dicen que hay que aprovecharlo siempre, pero ahora, de una manera muy especial. Vivimos y estamos con una interrogación en todo lo alto, una incertidumbre que nos tiene trastocados. Yo siento que la incertidumbre es lo peor que uno puede tener y el virus lo que nos ha traído es una incertidumbre atroz a nuestras vidas. Queremos que nos digan cosas pero, se sabe lo que se sabe, se va aprendiendo por el camino y aún sabemos poco. Los ciudadanos queremos que nos den respuestas pero estas, desgraciadamente, no están para nadie, creo que nos las iremos encontrando por el camino con todo el destrozo que este maldito virus está dejando a su paso.

-Quién le iba a decir que, a estas alturas, todo iba a ser nuevo para usted. ¿Le resulta extraño actuar en las circunstancias actuales, con teatros al 75% y con gente temerosa en el patio de butacas?

-Tras seis meses sin trabajar, porque no nos dejaban, he empezado ahora. El teatro, y no es por hacer propaganda, es de los sitios más seguros que nos podemos encontrar porque se sigue un rigor y un orden... Te explican cómo se deben hacer las cosas, hay unos protocolos... y el público lo sigue a las mil maravillas. Estoy emocionada de poder encontrarme en mi sitio de trabajo haciendo lo que he hecho siempre. Trabajar me ayuda porque es muy necesario en mi vida. Este tiempo lo he vivido de una manera muy extraña, con altibajos. Imagino que como todo el mundo. Nosotros que jugamos con tantas cosas nuestras y que en cada obra hacemos un ejercicio mental y sicológico, no trabajar nos deja un vacío muy grande y sobre todo te atenaza la incertidumbre de no saber cuando volverás. De momento ya hemos empezado y espero que no vuelva a ver un confinamiento y un encierro total como el que vivimos en primavera. Fue horrible. Más que esperar, lo deseo.

-¿Llegó a sentir miedo en este tiempo?

-Miedo no, incertidumbre toda la del mundo y la sigo teniendo. Soy persona de riesgo total por la edad que tengo y he vivido este periodo con precaución y sabiendo que, si me pillaba o me pilla por el camino, sé que se me puede llevar. Yo no le tengo miedo a la muerte, hice una terapia porque cuando era jovencita le tenía mucho miedo, pero sí me da pavor el aislamiento y la soledad en el que han muertos tantos ancianos de nuestro país. Morir ahogándose debe ser horrible y eso sí que ha estado en mi cabeza, pero no como miedo. Lo que sí he vivido es conmocionada por la situación y las noticias que íbamos recibiendo. Siempre he tenido y tengo claro que me puede tocar en cualquier momento por lo que pongo todos los medios habidos y por haber por no ser contagiada y no contagiar.

-¿Siente que las administraciones, ahora más que nunca, le han soltado la mano al teatro cuando se la siguen tendiendo a otros sectores?

-Sí, enumeran muchas cosas a la hora de hablar de los damnificados y de la gente que ha perdido sus trabajos por la pandemia pero, por ejemplo, a nuestro colectivo se nos olvida. Bueno, la verdad es que nunca nos han querido mucho. La cultura en este país no es muy querida y, la parte teatral, menos. Salvando alguna excepción, no se han interesado por nosotros nunca. Esta vez ha sido una más. Ignorancia total. Les da igual porque como hay mucha gente que no va al teatro. Son pocos los políticos que van al teatro, deben de estar muy ocupados y a esa hora deben ya no poder con su vida. Hay contados políticos que van al teatro de manera habitual, que lo tienen como un alimento más, como algo necesario para vivir. Que me disculpen los que no son así y van al teatro d e manera habitual... Bueno, a lo mejor es que no han venido a ver los espectáculos que yo he hecho, es posible.