a Mezquita de Córdoba, monumento universal siempre, es, desde 1984, Patrimonio de la Humanidad, un año antes que Santa Sofía, el símbolo de Estambul, que ahora anda en coplas porque de ser iglesia del Papa, los otomanos la convirtieron en Mezquita, pasó a ser museo y ahora quieren abrirla a los rezos musulmanes. Y de nuestra Mezquita hablan en Turquía. Es que a estas horas del atardecer han sonado las campanadas de su reloj por esta calle de Ambrosio de Morales y se me ha ido el santo al cielo de la importancia histórica de Córdoba, una ciudad de la que la monja germana Roswitha (935-1002) dijo que era la perla del mundo, época en que la capital del califato cordobés estaba en el podio de las ciudades más importantes de la humanidad siendo epicentro cultural y de poder en la que vivían artistas, médicos y hombres de letras. He venido expresamente aquí, al número 9 de la calle Ambrosio de Morales, de donde sale un extraño lamento que parece que echa de menos su pasado. Es la Real Academia de Córdoba, donde tenían su sede los hombres de letras y pensamiento de Córdoba y que la desgana de una ciudad, con cuatro patrimonios de la humanidad, la ha condenado tanto al olvido que hasta han tenido que colocar en sus paredes el cartel que pide que, por favor, impidan que los perros orinen en las fachadas de las casas. Va anocheciendo y haciéndose oscuro el día. Y me acuerdo del periódico del martes 30 de junio donde se da cuenta de la reelección del director, ahora presidente, de la Real Academia, José Cosano, cuyo principal objetivo es recuperar esta sede, en cuyas paredes se mean los perros. Los alcaldes de hoy, sean del PP, del PSOE o de Izquierda Unida, no son por supuesto aquellos califas que podían construirlo todo porque tenían todo poder y toda riqueza pero el Ayuntamiento tiene el deber moral de mantener la buena fama de la ciudad que dirige. Y qué menos que la de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, fundada en 1810 por el canónigo Manuel María de Arjona. Y otra, su calle, Ambrosio de Morales, cronista de Felipe II, espacio ciudadano donde está escrita parte de la historia de Córdoba. Gente que no pertenece a la oficialidad sino que simplemente se sienten ciudadanos o empresarios han empezado la reconquista de esta zona. En su día fue la Sociedad de Plateros, que en 1874 construyó la Taberna Séneca en la plaza del filósofo cordobés, cerca de donde dicen había nacido, por el Convento del Corpus Christi, donde nos trajo don Rafael, cicerone de la Mezquita y profesor del Seminario, en un recorrido por la Córdoba sin asfalto -bajamos por la Cuesta de Pero Mato--, donde tomamos la primera copa de Montilla, reflexionando en mesas de mármol. Ahora, hace poco, la Junta reinauguró el antiguo Teatro Principal como Centro Polivalente, sede del Real Centro Filarmónico, que en su momento también ocupó el Ateneo. Antonio Gala tuvo uno de las mejores ideas de su vida al pensar que había que recuperar el convento del Corpus Christi y entregárselo a los jóvenes creadores, que allí viven. Y aquel espacio que criticó Muñoz Molina por su dejadez, entre el Teatro Principal y la Academia, ahora es un modelo de recuperación de lo que en su día fue arquitectura de señorío: se llama Tandem, apartaments El Patio y está en el número 11. El número 5 es la casa del antiguo Ayuntamiento, el Cabildo Viejo, luego Café Suizo, Fonda Rizzi y ahora parte de la Real Academia, donde nació Ambrosio de Morales. El número 1 era la Casa de las Mariquitas, de hospedaje, y es la sede del Partido Comunista de Andalucía, donde Anguita proclamó su mayoría absoluta en julio de 1983. Emocionalmente no se me va de la mente que en el número 6 de la cercana calle del Reloj me hicieron el traje de padrino de la boda de mi hermana, que fue en Barcelona el 1 de enero de 1972, y que en esta sede de Ambrosio de Morales pronuncié la conferencia Periodismo: de la bohemia a Internet el 20 de marzo de 2003, que me pidió y editó la Academia. En cuya fachada se mean los perros