El campanillo de la ermita del Arco Bajo de la plaza de la Corredera se daba cita ayer con la devoción a la Virgen del Socorro coronada. Como cada último domingo de septiembre todo estaba preparado para que la Reina de la Corredera recorriera las principales calles del barrio de San Pedro y el entorno de la plaza.

Con mucho esfuerzo, pero también con mucho cariño, la hermandad del Socorro comienza a remontar algo que ayer se palpaba en el ambiente jubiloso que acompañó a la Virgen en todo su recorrido.

Un recorrido que por cierto era novedoso. Sin embargo, se alzó como el mejor escenario para discurrir la cofradía. Se vivieron momentos de siempre como la entrada de la Virgen en la Almagra o la plaza de San Pedro. Distinta al verla caminar por la plaza del Potro, sublime por la calle Armas y de regusto por la calle Fernando Colón.

Calles por donde la Virgen se dejó ver con elegancia, con el empaque que debe tener una imagen centenaria perfectamente ataviada por Eduardo Heredia y un acertado exorno de flores donde predominaban los nardos.

Y un intenso aroma que dejaba la Virgen a su paso mientras se mecía a los sones de la banda de música Amueci, que interpretó un escogido y bien dosificado repertorio para una procesión que fue tomando cuerpo conforme avanzaba la tarde noche y a la par se intensifican los momentos.

Aún la Virgen bajando la Espartería, los aleluyas salían de los balcones anunciando la intensa petalada que poco después caía sobre el paso de la Virgen. ¡Viva la reina de la plaza!, gritaban desde la bulla, mientras el paso iba llegando al Arco Alto de la Corredera. Allí esperaba el coro de la hermandad del Socorro, que interpretó una hermosa sevillana a la Virgen.

Tras otra una intensa petalada y varios y emocionantes vivas, la Virgen del Socorro había llegado a la plaza de la Corredera, su plaza. No hicieron falta los cohetes, ya que los corazones de los cientos de feligreses que acompañaban a la Virgen tronaban de gozo ante la belleza de la reina de la plaza, orgullo de los socorreros, que un año más se alzó en la ciudad como Socorro nuestro.