La segunda sesión del congreso Mujeres y Comunicación en un mundo en crisis, organizado por la Cátedra Unesco de Resolución de Conflictos, la Universidad de Córdoba y la Universidad Internacional de Andalucía, abordó temas tan interesantes como los de las mujeres periodistas en zonas de conflicto; la única mesa de hombres del congreso, que intentó responder a la pregunta de ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, la desigualdad social y salarial abordada por destacadas profesoras de Universidad, y el documental sobre la periodista de la segunda República Josefina Carabias. Alto contenido de debate, pues, entre mujeres y hombres sobre periodismo y desigualdad, ante un nutrido público con 330 inscritos, muchos de ellos jóvenes universitarios deseosos de conocer este complejo mundo de la comunicación.

En la primera mesa redonda, moderada por la periodista cordobesa Rosa Aparicio, el reportero gráfico cordobés Gervasio Sánchez abordó con tres conocidas periodistas de guerra, Maruja Torres, Mónica García Prieto y Mónica Bernabé, la manera de informar en zonas de conflicto. Para Maruja Torres, «la perspectiva de género es secundaria cuando hay que informar de los hechos, verificar lo que está ocurriendo y contarlo lo mejor posible»; sin embargo, entiende que «el machismo está aún en todas partes, hay una estructura social que permite que esto siga su cauce, a pesar de los disfraces que se pongan». Mónica García Prieto, que ha cubierto algunos de los conflictos más cruentos de los últimos años, respaldó esta opinión. «No hay diferencia entre ser hombre y mujer en las zonas de guerra. Hay que saber ver e interpretar. Tener mucho background y contarlo bien».

Por su parte, Mónica Bernabé, experimentada reportera en Afganistán, señaló que «el problema actual del periodismo es que se mira demasiado lo que informan los medios internacionales, vamos siempre a remolque, y el editor a veces no confía en las personas que estamos sobre el terreno». Gervasio Sánchez puntualizó: «Cuando empecé, apenas había mujeres y los mejores reportajes fueron firmados por ellas». Todos admitieron que las principales víctimas de un conflicto armado son las mujeres.

En la siguiente mesa tomaron la palabra los hombres. Mientras que el catedrático Octavio Salazar responsabilizaba a muchos hombres por su «silencio cómplice», el escritor Luis García Montero admitía que «no me gusta cuando se dice que hay que feminizar el mundo. Creo en la igualdad». Por su parte, el poeta madrileño Benjamín Prado hizo un recorrido por las mujeres ocultadas en la historia oficial de la literatura, cuando la dictadura franquista encerró a las féminas en la cocina y «en la democracia no se ha hecho lo suficiente». Para el poeta, «no se puede ser machista y demócrata».